fue una figura clave en el proceso de expulsión de los moriscos. En 1568 recibió el titulo honorífico de patriarca de Antioquia y a la vez fue nombrado arzobispo de Valencia, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte en el año 1611, ejerciendo responsabilidades que iban más allá de lo religioso.
El tema de los moriscos le ocupó desde un principio, mostrándose inicialmente partidario de una evangelización pacifica, aunque con una actitud de desconfianza que le llevó a prohibir la edición de un catecismo bilingüe árabe-castellano. Decepcionado por los resultados de esta campaña en 1582 elevo al rey su primer informe en el que proponía la expulsión pura y simple. En otra serie de memoriales presentados en 1601-1602 exponía largamente su oposición, en términos que leídos hoy resultan chocantes. En efecto, llega a sostener que sería licito exterminar físicamente a quienes considera apóstatas y traidores, pero lo desaconseja "porque el degollar tanta gente causaría general horror y lástima" . Su opción vuelve a ser la expulsión. En los años siguientes se convencería de que los moriscos estaban preparando una insurrección contra la España cristiana, y éste fue el argumento de más peso avanzó en un sermón en la catedral de Valencia
cuando se procedió a la publicación del edicto.
Desembarco de los moriscos en el Puerto de Orán. Por Vicente MestreEscena de la Resistencia Armada Morisca en contra de la Expulsión en la Sierra de Laguar. Por Gerónimo Espinosa
LA EXPULSIÓN
El día 3 de Octubre de 1609. Apenas dos semanas después de la publicación del bando de expulsión. El virrey de Valencia, marqués de Caracena, y el general del ejercitó enviado al reino, don Agustin Mejia, presencia la operación, junto con jueces y soldados. Los moriscos procedentes de Alcocer y Picasent se habían ido reuniendo en torno a la plaza del Grau. Todos ellos se embarcaban a costa de los moriscos ricos, quienes habían sido forzados a pagar el flete de los navíos. Las familias moriscas llegaban con sus enseres cargados en carrozas o mulos. Los moriscos desfilaron ordenadamente hasta la playa o a lo largo del endeble malecón de madera del puesto, para subir a las barcas que habían de llevarlos a los navíos, que los esperaban frente a las atarazanas de la ciudad. Mientras tanto, la población cristiana miraba con curiosidad las escenas desde lo alto de las murallas, los balcones de las casas vecinas o las terrazas del baluarte.
La Expulsión en el Puerto de Denia. Por Vicente Mostre
LAS RUTAS DE LOS DESTERRADOS
La Expulsión en el Puerto de Denia. Por Vicente Mostre
LAS RUTAS DE LOS DESTERRADOS
El primer gran desplazamiento de moriscos, en el reino de Valencia, siguió una pauta de centralización: todos debían partir de los puertos asignados para dirigirse a Orán, desde donde se repartirían por los destinos finales en Marruecos, Argelia y Túnez. Pero muy pronto muchos se dirigieron directamente a Túnez, el país que les dispensó mejor acogida: Bastantes moriscos aragoneses y castellanos cruzaron los Pirineos para entrar en Francia, desde donde tomaron la ruta de Italia, el norte de Africa o el imperio otomano.
La Expulsión en Vinaroz. Por Pere Oromig y Francisco Peralta
La Expulsión en Vinaroz. Por Pere Oromig y Francisco Peralta
ESCENAS DE LA EXPULSIO
Esta colección consta de siete lienzos en los que se plasma los momentos más destacados del traumático proceso de la expulsión de los moriscos valencianos. Gracias a los estudios de Jesús Villalmanzo Cameno, actualmente se sabe que fueron pintados por orden personal de Felipe III, cursada al virrey Marqués de Caracena tres años después del hecho, y que se encargo de su ejecución los talleres de los pintores Pere Oromig, Vicent Mestre, Jerónimo Espinosa y Francisco Peralta.Una vez más, se produce la hiriente ironía de que el encargo de esta exaltación de un suceso tan infausto para la población morisca, fue pagado con cargo a los bienes de realengo que habían dejado los expulsados moriscos tras su marcha. Para el espectador actual, esta serie constituye un documento de primera magnitud tanto para conocer el ambiente, los tipos y las costumbres de la época como para pulsar el dramatismo de la expulsión.De los siete lienzos conservados, uno pertenece a un coleccionista particular y los otros forman parte de la colección de la Fundación Bancaja.
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