La familia tunecina de los Lakhoua [2] , de origen andalusí indudable y de gran importancia social en este país, hasta nuestros días, es notable por dos aspectos particulares. Por una parte, porque algunos miembros de esta familia son moriscos que salieron de Granada a mediados del siglo XVIII y no sólo en el siglo XVII, cuando la gran expulsión de los moriscos, ya que está documentada su llegada a Túnez el verano del año 1731, aunque también están documentados unos ricos Lakhoua a fines del siglo anterior [3] . Pero, por otra parte, ya habían adquirido por esas fechas -los de la familia granadina u otros andalusíes con el mismo apellido- una gran importancia en la industria artesanal del bonete “chechía”, el principal objeto de exportación de la Regencia de Túnez en el siglo XVIII, que seguirá siendo importante en el XIX y se mantiene, ya en forma residual, hasta nuestros días [4] .
Origen de los Lakhoua granadinos y su instalación en Túnez en el S.XVIII
Un curioso episodio en el primer tercio del S. XVIII –entre 1727 y 1732 - va a renovar la situación de unos cripto-musulmanes que se habían mantenido en secreto en la sociedad hispano-granadina [5]. Descubiertos, por denuncias mutuas ante la Inquisición, se ven juzgados con bastante lenidad por los tribunales inquisitoriales. Se conserva un curioso texto de la Inquisición que resume la doctrina y las prácticas por las que fueron condenados finalmente a penas leves y que termina con los párrafos siguientes:
“Advirtiendo que era tanto el conjunto de disparates que observaban tan sin método, que ninguno de dichos reos ha savido dar razón de los ayunos, rezos y demás ceremonias, pues no se ha verificado que dos estén conformes en guardar una misma cosa, observando unos unas ceremonias y otros otras inmediatamente opuestos, sin tener uniformidad en cosa alguna de su secta, de la qual regularmente eran los maestros las mugeres, quienes tenían el cuidado de instruir a sus hijos, parientes o criados, desde la hedad de ocho años hasta la de doce o catorce, valiéndose del medio de decirles que eran descendientes de moros de los que se quedaron en la conquista de este reyno, y que ellos y sus mayores avían seguido su secta de Mahoma, que era la más segura para salvarse, y como era esta enseñanza en tan tierna hedad y a persuasión de las madres, la admitían, y quando llegaban a tener discreción, aunque muchos conocían ser verdaderamente herrores los que seguían, por no descubrir a sus padres y parientes, se mantenían en ellos; incurrían también en la maldad de enseñar a sus hijos cuando llegaban a tener hedad proporcionada para ello, pero todos han estado fáciles en confesar y han dado buenas muestras de su arrepentimiento, y que no volverán a reincidir en su secta. Dios Nuestro Señor les dé perseverancia en estos propósitos. Amen” [6].
Por ese mismo texto, se ve la línea de defensa que escogieron esos fieles musulmanes, ante los tribunales inquisitoriales. De hecho, fueron condenados a penas leves, pero algunos de los personajes más importantes fueron desterrados de Granada, no fuera de España, sino a otras regiones del país y por un tiempo determinado [7].
Algunos de esos adinerados granadinos se mantenían, en realidad, bastantes fieles al Islam. Instalados en Barcelona, lograron emigrar a países musulmanes, concretamente a Esmirna, puerto de Anatolia occidental, bajo dominio del Imperio Otomano [8]. De ahí intentan y logran instalarse en la Regencia de Túnez, según un texto del diario en el que anotaba los acontecimientos de cada día el religioso español fray Francisco Ximénez, Director del Hospital español de los cristianos, en la capital tunecina. Escribe Ximénez, a fecha del 27 de julio de 1731:
“Ha escrito desde Esmirna a Cherife Castelli un cierto Moza La Ja que dice ser descendiente de los Albencerrajes, natural de Granada, alcaide de la torre del Aceitunero y puerta de la Taxalanza, el cual fue por la inquisición de Granada castigado por morisco a cuatro años de destierro y se ha pasado con sus hermanos y hermanas a Esmirna. De allí pretende venir a vivir a esta ciudad. Habrá cuatro años que fue castigado” [9].
El nombre árabe del jefe de este grupo de inmigrantes permite hacer el lazo entre los granadinos y sus actuales descendientes tunecinos: Muza (Musa, Moisés) La Joa ( al-ijwa , que significa “los hermanos”, precisamente “sus hermanos y hermanas” del texto español, que les quedó como apellido).
Pero el texto de Francisco Ximénez añade más: informa que los granadinos refugiados en el Imperio Otomano se dirigen a Cherife Castelli, que era una gran personalidad andalusí descendiente de moriscos inmigrantes del XVII, riquísimo comerciante y compatriota del Jaznadar o ministro de finanzas del Bey o gobernador de la provincia del Imperio Otomano o regencia muy autónoma de Túnez. De ambos magnates andalusíes de Tunicia, descendientes de moriscos, trata ampliamente Francisco Ximénez en su diario [10].
Esta relación inicial entre los Castelli y los también adinerados Lakhoua explicaría la importancia que han tenido éstos en la industria artesanal de la chechía o bonete tunecino. Los Lakhoua aportaban dinero y lo invirtieron en esa fabricación, que era también uno de los tres pilares de la riqueza de los Castelli, en la Tunicia del siglo XVIII, con el corso y el comercio de esclavos [11].
LOS MORISCOS Y LA CHECHÍA O BONETE TUNECINO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
Ya desde la instalación en Túnez y su región de los moriscos expulsados de España, a principios del siglo XVII, se manifiesta un renacer de la fabricación de la chechía o bonete tunecino, en relación con los inmigrantes moriscos y sus descendientes, como aparece en la documentación comercial del Consulado de Francia en esa capital, a lo largo de ese siglo [12]. Allí aparecen los andalusíes Alli Cherif y Mehemet Facar, “maîstre bonnetiers de Tunis”, que presentan una queja por la mala calidad del tinte bermellón que les ha vendido un mercader genovés de Marsella; ese tinte se importaba generalmente de España, precisamente por Génova o Marsella [13]. Al final del siglo, el jefe o Shaij de los andalusíes de Túnez, Sidi Hamet, también figura como fabricante y comerciante de chechía [14]. Pero también aparece documentación de comercio internacional de chechías a mediados del siglo XVII: los mercaderes andalusíes Isuf Sanmar y Sta Mammet l'Eschiabo declaran estar muy satisfechos del patrón francés del navío San Giuseppe , que les ha llevado a Génova un cargamento de jabón y de gorros árabes, para venderlo al mejor precio [15], y, ya pocos años después de la expulsión de 1609-1614, el jefe de los andalusíes Juan Pérez da préstamos con garantías de lana de chechía, en 1616, al igual que Alonso de Cuevas o Cuebas, llamado en morisco Mahamet, ese mismo año [16].
En el siglo XVIII, la documentación sobre la chechía es ya muy abundante y ha dado origen a numerosos estudios, recogidos en la bibliografía general ya mencionada.
Ya en 1727/1140 h., una lista de 22 tiendas, donde se trabajaban y se vendían las chechías en el zoco particular que había hecho construir el Bey o soberano de Túnez junto a su palacio, nos da numerosos nombres de familias andalusíes muy conocidas, algunas con nombres hispanos (Castelli, Huesca, Lorca, Palma, Córdoba, Chiquito, Esclavo,...) y cuatro tiendas pertenecientes a miembros de la familia Lakhoua: Muhámmad Lakhoua, Alí Lakhoua, Yúsuf Lakhoua y Al-Hach Muhámmad Lakhoua [17].
Esta industria artesanal había llegado a ser muy importante y la primera materia de exportación de la Regencia. Llegó a ocupar una abundante mano de obra, tanto en la capital como en varios pueblos rurales de Tunicia (Batán, El Alia, Zaghouan...), especializados cada uno de ellos en etapas diferentes de la producción de la chechía. Lucette Valensi calcula que ocuparían entre 15.000 y 80.000 personas [18].
El papel de los andalusíes en la chechía se puede apreciar también por el testimonio del ya mencionado Francisco Ximénez, religioso trinitario y director del Hospital cristiano de Túnez, entre 1720 y 1735 [19]. Estos textos son muy importantes, porque en su minucioso diario, durante esos quince años, aparecen incidentalmente los “birretes”, bonetes o chechías, relacionados con los más ricos y poderosos comerciantes tunecinos, con gran poder político y económico en la corte del primer soberano de la dinastía Husainí, dinastía que gobernaría Tunicia con autonomía, aunque bajo la soberanía nominal del Imperio Otomano, más de dos siglos y medio (1700-1956).
El poderoso primer ministro y ministro de finanzas ( jaznadar ), el andalusí Mahamut Jasnadal, y su compatriota Cherife Castelli tienen gran parte de su riqueza invertida en esa producción y comercio. En el viaje que hace Ximénez al pueblo de Los Batanes (actual Batán), escribe (en los primeros días de marzo de 1727): “Hay batanes donde se abatanan las birretas coloradas que usan los moros. Son del Bey y los tiene por su cuenta Cherife Castelli, moro originario castellano... Sobre ellos tiene una casa donde fuimos alojados. Y hay también molino de hacer harina... Fuimos al borche de Mahamet, que está una legua de aquí, a las márgenes del mismo [río] Macherda. Aquí hay un puente que tiene 24 arcos, los cuatro últimos ocupan molino y batanes para las birretas, que corren también por cuenta de Cherife Castelli. Este puente lo hizo Mahamet Bey... En los postes de los arcos se dilatan fuera del puente. Muchos dicen hizo así esta fábrica para hacer allí zugas, para sacar agua, regar la campaña y traer a Túnez. Para hacer esta fábrica derribó los edificios soberbios de los romanos de diversas partes, para traer la piedra con las carretas de los moros andaluces...” [20]. Los batanes del puente y pueblo de El Batán, junto a Tebourba, sobre el río Medjerda, seguirán siendo el centro del proceso de abatanamiento de la lana de las chechías, hasta época moderna [21].
En muchos otros textos de su diario Francisco Ximénez menciona ricos andalusíes, pero sólo en uno se refiere expresamente a la relación de esos burgueses con las chechías. Cuando el Bey encausa a un grupo de ricos andalusíes, relacionados con una conjura contra el soberano, dice de uno de ellos (diario, en fecha de 17 de julio de 1729): “Han preso, por rebelde al Bey, a Méndez, moro andaluz que era bien rico y tenía oficio de birretero” 22 .
Francisco Ximénez había estado dos años en las ciudades argelinas de Orán [23] y de Argel [24], pero allí nada dejó escrito en su diario sobre las relaciones de los andalusíes con las industrias artesanales como la chechía. Documentos de mediados del siglo anterior sí que muestran la riqueza de algunos comerciantes de chechía en Argel [25].
Más tarde, seguramente de vuelta ya a España, Francisco Ximénez escribe un libro sobre la historia del Hospital de los religiosos trinitarios en Túnez [26]. En él da muchas noticias sobre los andalusíes o descendientes de moriscos en Túnez, resumiendo sus informaciones y no dispersándolas, como en el diario [27]. Varias se refieren precisamente al papel de los moriscos y sus descendientes en la industria artesanal de la chechía. Por su importancia de testimonio directo del primer tercio del siglo XVIII, reproducimos estos textos a continuación.
“Los moros andaluces [andalusíes] [...] tienen el uso de carros y carretas. Sólo ellos hacen queso y trabajan otras manufacturas que sus ascendientes trajeron de España...” [28].
En la capital, Túnez, “[...] hay muchos fabricantes de telas de seda, algodón, lino y lana, y de las mejores birretas rojas; muchas de estas manufacturas trajeron los moriscos españoles de España” [29].
Más adelante, ya especifica la importancia de los moriscos o andalusíes y de su industria artesanal de bonetería o chechía: “Una de las cosas principales que hacen apreciable el Reyno de Túnez es el tráfico y comercio. Esto consiste especialmente en todo lo que sirve a la fábrica de los bonetes rojos, que los turcos y moros traen debajo de sus turbantes. Es muy bella y estimada la fábrica, manera y suerte de los bonetes y se reparten por toda la Berbería y Levante. Antiguamente se los fabricaban los moriscos en España, en Toledo y otras partes, y cuando pasaban al África los redentores Trinitarios, llevaban cantidad de ellos, para trocarlos por cautivos. Después de la expulsión de los moriscos se acabó en España esta fábrica y la llevaron a Túnez y Berbería” [30].
DOCUMENTACIÓN INÉDITA SOBRE LOS ANDALUSÍES Y LA CHECHÍA, EN EL SIGLO XIX
La bibliografía y la documentación sobre la industria de la chechía en el siglo XIX es muy abundante y está bien presentada en la bibliografía ya mencionada. Está relacionada con otros comercios, especialmente de la lana, tanto de importación, por la especificidad de las lanas españolas para la fabricación de las chechías, como por la producción local, que dependía de una administración estatal especializada [31].
Ya estudiamos, en un artículo general, con mucha documentación inédita, española y tunecina, el conjunto de las relaciones entre España y Tunicia, también en lo relacionado con la chechía y el comercio de los productos relacionados con esta artesanía, a lo largo del siglo XIX [32]. Las relaciones comerciales hispano-tunecinas relacionadas con la lana española necesaria para la fabricación de la chechía tunecina, pueden resumirse, según la documentación del siglo XIX, en el párrafo siguiente:
“Quant aux activités commerciales, nous savons que la laine servant ? fabriquer la «chéchia» venait traditionnellement d'Espagne. Mais elle transitait généralement par les ports français et italiens. Or, on doit probablement aux Soler l'établissement de relations commerciales directes entre l'Espagne et la Tunisie, car c'est Soler qui suggère qu'on payât les dettes du Bey en laine et que les Bonapartistes comme les insurrectionnels prissent garde qu'aucun dommage ne fût fait au représentant commercial du Bey et du ó_iib aô-ôaba' ? Alicante, Luis Gianno. En échange de la laine, les Tunisiens envoyaient en Espagne du blé, de l'avoine et des féves” [33].
Un informe consular de mediados de siglo, del nuevo cónsul español, en 1862, Eduardo Romea, escribe, en el apartado comercial: “Néanmoins, on reçoit indirectement, par les ports franca de Marseille, Gènes et Livourne, des laines de Ségovie et de Léon, qu'on emploie ? la fabrication des bérets maures; il est interdit d'en fabriquer avec de la laine d'autres pays et d'autres qualités. On peut calculer qu'on en utilise de nos jours 1.000 kilos par an. On reçoit aussi des quantités considérables de sucres de La Havane, blanc et terciado, de la cochenille des Canaries, du plomb, du mercure, du safran et d'autres articles de moindre importante...” .
El cónsul Malagamba no era más optimista en 1855. Precisaba:
“Le commerce indirect a été le même que les annés précédentes. Cependant on a pu remarquer une légérè augmentation de la laine lavée, car la situation des fabriquants de bonnets s'est amélioré et on constate une plus grande utilisation de ceux-ci dans le pays” [34].
LA DECADENCIA DE LA INDUSTRIA ARTESANAL DE LA CHECHÍA
La artesanía de la chechía (o “bonete tunecino”, según Jovellanos [35] -producto por excelencia de la artesanía y del comercio tunecinos-) era la actividad económica de exportación más importante del país, hasta las últimas décadas del siglo XIX (recuérdese que la ocupación colonial francesa, con el Protectorado, se inicia en 1881, pero la decadencia de esta industria artesanal no está directamente ligada con esta colonización, como se verá a continuación).
Aunque esta industria artesanal estaba instalada posiblemente en el país antes del siglo XVII, es con la llegada masiva de los moriscos expulsados de España, entre los años 1609 y 1614, cuando conoció una mutación profunda, particularmente en la época de Yúsef Dey (1610-1637), probablemente después de 1620. Los indicios de esta mutación son la construcción de un nuevo zoco, ya bajo el gobierno de Othmán Dey (1594-1610), la escasez de obreros y artesanos cualificados en la época anterior y el envío de lanas españolas por los puertos de Génova y de Liorna (Livorno) [36].
La crisis de esta artesanía sólo se manifestará dos siglos más tarde, hacia 1830 Se debía, principalmente, a las perturbaciones de las relaciones de Tunicia con Levante y los territorios árabes bajo el poder otomano, por la guerra de Grecia y el corso griego, y por la competencia cada vez más importante de los bonetes de imitación, fabricados en Europa y particularmente en Francia. También pesaron, en esta evolución, el encarecimiento de las materias primas utilizadas en Tunicia (lana española y productos pictóricos de Canarias), así como el endeudamiento de los boneteros ante los prestadores europeos [37].
En 1837, la Regencia de Túnez continúa exportando la chechía a Argelia, a Tripolitania, a Egipto y a los Balcanes [38], pero la reducción de las exportaciones de este precioso producto artesanal se hace sentir cada vez más y su parte en las exportaciones ya no representa más que el 12,6 o el 14,4% del total [39].
El declive de la exportación provoca la afluencia masiva de la chechía manufacturada francesa de imitación, a pesar de su calidad inferior. Es consecuencia directa de la revolución industrial y de la expansión colonial europeas. La chechía francesa se vende tanto en Tunicia como en otros países, con precios que no admiten competencia, como lo muestra esta tabla de 1890:
CHECHIA TUNECINA CHECHÍA EUROPEA
1890
ordinaria: 6 francos
1 a 1,50 francos
de lujo: 7 a 8 francos
1896
4 a 8 francos
2,5 francos
1900
4 a 8 francos
1,40 a 2,80 francos *40
La disminución de la demanda tunecina se hace sentir ya muy sensiblemente a partir del año 1875 [41].
Este declive se reforzó, evidentemente, por la aplicación de tratados muy perjudiciales para los intereses tunecinos, impuestos a los soberanos tunecinos por las potencias europeas, especialmente el régimen aduanero instituido el 21 de mayo de 1824, que cargaba sobre las exportaciones de la chechía tunecina con tasas que variaban entre el 8 y el 25% [42].
La instalación del Protectorado francés en Tunicia, a partir de la firma del Tratado del Bardo del 12 de mayo de 1881, la imposición de Francia sobre los circuitos económicos y políticos de la Regencia [43] y, sobre todo, la aplicación del nuevo régimen aduanero establecido en 1898 aceleraron profundamente ese proceso de declive iniciado medio siglo antes.
El contacto con el modo de vida europeo, acelerado a partir de 1881, tuvo como consecuencia inmediata el abandono progresivo del traje tradicional tunecino y, sobre todo, la renuncia a llevar la chechía. El vestirse a la europea se convirtió, para los tunecinos de religión musulmana y sobre todo de religión judía, en una forma ideal de adhesión a una forma de civilización dominante y en un trampolín de promoción social e intelectual; en definitiva, como una forma de resurrección o de renacimiento.
La gran crisis mundial de 1929-1934, con sus dos fenómenos económicos máximos de superproducción y de caída generalizada de los precios, conmovió profundamente toda la economía de la Regencia y particularmente la artesanía de la chechía.
Pero de todas formas, y a pesar de esas vicisitudes, mutaciones transformaciones y crisis, vividas, conocidas y sufridas por los tunecinos, que conmovieron profundamente las estructuras seculares de estas producción, la chechía tunecina resistió, se mantuvo, no desapareció, sobrevive y parece conocer actualmente una cierta recuperación de actividad, como consecuencia de la afluencia cada vez mayor de turistas de diversas partes del mundo y de la recuperación del traje tradicional con este tocado por parte de los tunecinos.
Así se han vuelto a instalar, en la actualidad, nuevas tiendas que fabrican chechías cara al público y las almacenan en la trastienda, en el zoco ( souk ) de los fabricantes de chechía ( sûq aš-šawâšî ), que ya ha recuperado parte de las apariencias de su antigua prosperidad, de hace siglos.
La disminución de las exportaciones (consecuencia de la competencia de los productos europeos, de cambios en las modas vestimentarias, etc.) y la reducción del mercado interior y exterior obligaron a un gran número de artesanos boneteros a reducir considerablemente su actividad. La disminución progresiva de las ganancias que siguió a esta evolución llevó a una degradación constante del nivel de vida, al debilitamiento del patrimonio familiar, al endeudamiento, al empobrecimiento... [45]. Las bases sociales y económicas de los artesanos boneteros se hallaron, por tanto, fuertemente resquebrajadas por la decadencia de las actividades de esta artesanía.
Esta larga y profunda crisis hacía también aleatoria la carrera en esta artesanía de la chechía.
Hacia 1890 la artesanía de la chechía abarcaba unos 500 miembros, que hacia 1900 ya no eran más que 110 [45]. Este ejemplo ilustra la disminución y la caída de los efectivos de los miembros de esta artesanía. Esta evolución tuvo como consecuencia la emigración cada vez más fuerte de los compañeros y de los aprendices hacia los sectores de actividad modernos (talleres de tejidos mecánicos...) y la no renovación de los efectivos por gente más joven, que ya no estaban atraídos por una profesión en plena crisis.
El abandono de las tiendas a los compañeros y aprendices, la emigración de los maestros artesanos hacia la administración, hacia la enseñanza o hacia la explotación de las tierras familiares permitieron la intrusión de nuevos efectivos en esta artesanía y, sobre todo, la alteración de la homogeneidad profesional anterior. Eso produjo, consecuentemente, la degradación de las técnicas tradicionales de la corporación y muchos efectos de degeneración, de desarticulación y de disgregación, como resultado del abandono de los reglamentos de la corporación y de la liberación de las obligaciones corporativas que garantizaban a un tiempo la calidad del producto y su precio. A pesar de las tentativas de reorganización de la profesión, después de la promulgación del decreto del 12 de marzo de 1884, esta artesanía no conoció ninguna mejora.
Estas diferentes mutaciones, y, sobre todo, esta crisis profunda, engendraron, evidentemente, el desarrollo del movimiento sindical en el seno de la corporación de los fabricantes de chechía ( šawâšî ). Efectivamente, la huelga de 1924, que tocó diversos sectores económicos del país, tuvo como consecuencia la detención de varios responsables sindicalistas. Mohamed al-Kabadi, secretario general de los fabricantes de la chechía, figuraba en la lista de los inculpados [46].
No es más que después de la legalización del movimiento sindical, a consecuencia de la promulgación del decreto del 16 de noviembre de 1932, cuando esta mutación empezó a manifestarse. Se tradujo en particular por el crecimiento del número de los artesanos sindicados (400 afiliados) y, sobre todo, por la escisión definitiva entre maestros artesanos ( ‘arâf ) y los obreros boneteros (compañeros - ash â b - y aprendices - qalfa -). A partir de este momento, los compañeros y aprendices van a oponerse a sus amos o maestros artesanos [48].
PRESENCIA DE LOS LAKHOUA EN LA CORPORACIÓN DE LOS BONETEROS
La presencia de los Lakhoua en la corporación de los boneteros era más que secular.
La primera mención disponible, según sabemos, indica que la familia Lakhoua fue a menudo mencionada en compañía de otras familias de origen andalusí, como los Castelli [48], Cortoby Ben Ashour, Jefine, en los cuadernos de los mercaderes marselleses Sabain y Beranger, entre los años 1696 y 1700 [49].
Como ya hemos expuesto, un cuarto de siglo más tarde el registro n.°2.249 bis, de 1727/1140, depositado en los Archivos Nacionales Tunecinos, nos proporciona indicaciones preciosas sobre las tiendas de los boneteros en los zocos de los fabricantes de chechía. Según estas informaciones, cuatro miembros de la familia Lakhoua, probablemente de padres diferentes, ostentaban la propiedad de cuatro boticas, de un total de 18. Eso representaba el 23%, o sea casi la cuarta parte de las boticas censadas [50].
Este mismo número está confirmado por el estudio hecho por L. Valensi, quien afirma que en los primeros años del siglo XIX se encuentran cuatro miembros de la familia en la corporación [51].
La misma autora confirma también que “los Lakhoua forman parte de las tres familias que se destacan en el conjunto, porque son las más antiguas en el oficio, las más activas y las más numerosas: los Lakhoua, Louzir y Sida. Las tres son de origen andalusí reconocido” [52].
En 1862, una crisis grave afecta a las estructuras de la corporación, como consecuencia de las transacciones del amín o síndico. El maestro bonetero Lakhoua y otros dos maestros son los que encabezan las protestas. Efectivamente, este grupo dirige al Bey o soberano de Tunicia una petición, denunciando al mismo tiempo el favoritismo del amín y el no respeto de los reglamentos de la profesión [53].
En 1880, había por lo menos ocho miembros de la familia en la corporación [54]. En 1884, Hassouna Lakhoua es amín general del comercio, con funciones de amín de los chauachis ( šawâšî ).Este mismo personaje es el amín de los chauachis, productores y comerciantes de chechías, en 1885 [55].
Hamida Lakhoua, síndico de la corporación, que tenía la función de árbitro y experto de la profesión, reclamaba el 13 de noviembre de 1888 una indemnización de 60 francos y 15 libras de jabón por la custodia de los batanes del río Medjerda, en El Bathan. Esta acción fue la primera manifestación de los boneteros contra la autoridad colonial, desde el establecimiento del Protectorado, en 1881 [56].
Los Lakhoua ocuparán una posición importante en el seno de la corporación, pero no parece que acapararan la función de amines de los chauachis [57].
Después de la independencia de Tunicia, en 1955, varios boneteros dejaron la profesión para convertirse en funcionarios. Desgraciadamente, no tenemos indicaciones precisas y documentadas sobre este aspecto de la cuestión.
Las raras indicaciones disponibles nos permiten indicar que hasta nuestros días hay miembros de esta familia que prosiguen, a pesar de las dificultades de la profesión, en la práctica de este oficio. Slimane Lakhoua fue el informador de Teyssier, cuando este investigador hispanista francés realizó su encuesta sobre la chechía, hacia 1960 [58].
Este maestro-artesano bonetero era probablemente una de las figuras más importantes en este oficio, en el momento de esa encuesta. Efectivamente, según el encuestador, conocía perfectamente el vocabulario empleado en la confección de la chechía y, sobre todo, era consciente del origen español de muchas de las palabras empleadas [59].
El abandono progresivo de la corporación, iniciado desde 1950, empujó a algunos de los jóvenes de la familia a emprender estudios superiores de medicina y de derecho en Francia. Otros prosiguen estudios en la facultad religiosa de la Zituna y siguen así fieles a cierta tradición familiar [60].
La tabla n.º 1, realizada partiendo de un sondeo en los anuarios telefónicos de 1982, 1988 y 1994, indica esta nueva tendencia.
La misma tabla indica también que la Medina o barrio antiguo de Túnez ya no es el lugar de residencia preferido de la familia Lakhoua. Los nuevos barrios escogidos se sitúan en la “ciudad europea” o ( al-balâd as-sûrî ), que se suele oponer tradicionalmente a la “ciudad árabe” ( al-balad al-‘arab_ ). Se encuentra a miembros de esta familia en las calles de España, de Montfleury, etc., o en chalets de las afueras: Ariana, Menzah, Khaznadar...
Estas nuevas elites del país han realizado probablemente sus estudios de enseñanza media en el colegio Sadikí, fundado en 1875 por el gran ministro reformador, el general Kheireddine. Eso indica la tabla siguiente 61 .
Lista de los alumnos descendientes de la familia Lakhoua inscritos en el colegio Sadikí entre 1875 y 1953
AÑOS
NOMBRES
AÑOS
NOMBRES
1880
Tahar
1943
Slaheddine
1883
Hedi, Mohamed
1945
Hammouda
1889
Abdelaziz
1950
Jalel, Mohamed
1936
Mohamed
1951
Mohamed
1942
Mohamed, Mohsen
1953
Noureddine
LOS LAKHOUA EN LA ADMINISTRACIÓN
Los sondeos realizados en la Ruzn â ma y en At-takwîm at-Tûnisî dos almanaques tunecinos, indican que varios miembros de esta familia ilustre habían abrazado la carrera administrativa.
NOMBRE
PUESTOS O CARGOS ADMINISTRATIVOS FUENTE
Ahmed
"
"
Mohamed
Salah Bechir Khemais
Califa en Mahdia en 1901 Gobernador en Bousalem en 1909 Gobernador en Zaghouan en 1922 Funcionario en el Ministerio de Justicia en 1901, 1909 Intérprete en la Conservación Inmobiliaria ( defterjana) en 1925 Funcionario en el Ministerio de los Bienes Inalienables ( ŷ ami‘at al-alhbâs ) en 1922 Funcionario en el Ministerio de la Guerra en 1922
Ruzn â ma , 1319/1901, pp. 293,381 Ruzn â ma , 1327/1909-1910, p. 211 At-takw î m , 1341/1922-1923, p. 114 Ruzn â ma , 1319/1901-1902, p. 152, y 1327/1909-1910, p. 113 At-takw î m , 1344/1925, p. 228 Ruzn â ma , 1341/1922-1923, pp. 69-70 At-takw î m , 1341/1922-1923, p. 88
Alí
Funcionario en el Ministerio del Trabajo en 1902
Ruzn â ma , 1320/1902-1903, p. 338
En puestos de agentes de ejecución más que directivos, generalmente, estos funcionarios muy raras veces acceden a puestos de responsabilidad, ocupados casi siempre por franceses.
Varios miembros de la familia se consagran a la enseñanza en la prestigiosa universidad religiosa de la Zituna. Entre las dos guerras mundiales, se encuentran allí dos enseñantes: Belhassen y Mohamed [62].
La familia contaba también con varios notarios ( ‘udûl ). [63]
Pero el miembro más distinguido de la familia Lakhoua, en el siglo XX, ha sido sin duda el famoso Primer Ministro ( al-waz § r al-akbar ) Hedi Lakhoua. Éste siguió una brillante carrera administrativa, coronada por el acceso al puesto de Primer Ministro, de 1932 a 1942 64 , después de haber ocupado el puesto de Ministro del Cálamo ( waz § r al-kalam , Ministre de la Plume), en los años treinta. Este último puesto le permitía ya asumir el ínterin del Primer Ministro, en caso de ausencia de éste, de leer los discursos del Bey en ciertas circunstancias, etcétera 65 .
Durante el período en el que estuvo en el Gobierno de la Regencia de Túnez, bajo el Protectorado francés, Hedi Lakhoua tuvo que afrontar dos acontecimientos importantes en la historia de Tunicia entre las dos guerras mundiales.
El primero fue la celebración del Congreso Eucarístico Internacional, en Cartago, el mes de mayo de 1930. Este Congreso Eucarístico fue sentido como una ofensa de Francia contra el Islam y contra los tunecinos. Hedi Lakhoua, como Ministro del Cálamo, recibió las llamadas a la protesta, en forma de peticiones firmadas que provenían de los nacionalistas tunecinos [66].
El segundo se relacionaba con la fatwa (consulta jurídica religiosa) emitida por el tribunal religioso de la Charaa ( šarî‘a ) para legitimar la inhumación de los tunecinos que habían tomado la nacionalidad francesa (“naturalisés français”), en los cementerios musulmanes.
Hedi Lakhoua, como Primer Ministro, estuvo implicado en la elaboración de este procedimiento jurídico y de este acto político-religioso [67].
Este asunto provocó un descontento popular, seguido de incidentes y de manifestaciones en todo el país. La finalidad de estos actos era evidente mente el oponerse al entierro en los cementerios musulmanes de tunecinos “naturalizados” franceses [68].
A pesar de estos dos episodios poco gloriosos en su carrera administrativa y política, Hedi Lakhoua fue objeto, entre otros, de un panegírico en verso escrito por el gran erudito tunecino Mohamed Mokdad El Wartalani. Esta obra fue escrita en 1932, con ocasión de la descripción de la gran mezquita de Testour, probablemente después de su restauración. El autor hace un remedo de la muwaššaha de Ibn Sahl de Sevilla [69].
Antes de ser nombrado Ministro del Cálamo, Hedi Lakhoua había ocupado cargos administrativos importantes como primer intérprete en el Consejo Municipal de la capital ( al-maŷlis al-baladî ), en 1902 [70] y probablemente hasta 1909 [71] y más aún. Pasó después al Ministerio del Cálamo, donde se le encuentra como funcionario en el servicio de contabilidad, en 1916 [72]. En 1922, es funcionario en el ayuntamiento de la capital ( mašjat al-madîna ). [73]
Por otra parte formó parte de varias asociaciones de carácter cultural y nacionalista. Así se le encuentra en 1897 como miembro de la Association Khaldounienne ( al ŷam ‘iyya al-jaldûniyya )sólo al año de haberse fundado [74]. En 1906, Hedi Lakhoua es miembro de la Asociación de los Antiguos Alumnos del Colegio Sadikí ( Association des Anciens du Collège Sadiki ), fundada en1905 [75].
Sus hijos ocuparon diversas dignidades en la corte del Bey, reforzando así la afición de los miembros de la familia por la carrera administrativa, afición iniciada por su abuelo Mahmoud, que fue secretario en la Sección de Estado o Primer Ministro, y por su tío Ahmad, que fue intérprete y luego alcaide ( q â ‘id ) o gobernador [76].
FORTUNA INMOBILIARIA DE LA FAMILIA
Como ya se ha visto, la familia Lakhoua disponía de una fortuna inmobiliaria considerable, adquirida esencialmente gracias al comercio de los bo netes [77]. Importaba diversos artículos de calidad (tejidos, especies, maderas, perfumes apreciados en Túnez...) [78]. Esta fortuna le había permitido poseer muchas propiedades inmobiliarias constituidas por tierras cerealícolas ( henchires ), olivares y vergeles en zonas cercanas a Túnez capital (Ariana, Mornag, Zaghouan...) [80]. Esta fortuna le había permitido poseer también amplias mansiones en los principales barrios de la Medina de Túnez (calle de los Andalusíes, calle Sidi Surdu [80], calle del Pachá...) y especialmente en el palacio de Dar Lakhoua, en la calle de los Andalusíes ( nahj Al-Andalus ). [80]
Como casi todas las mansiones burguesas de la Medina de Túnez, esta “ dâr ” se distingue por una gran puerta claveteada, bajo un pasadizo abovedado ( sabât ), con un vestíbulo ( saqîfa ), un patio con cielo abierto, pozo, cisterna y un estanque. Esta casa da a la calle gracias a unos amplios ventanales, cubiertos con celosías ( mušarabiyya ). Pero las mansiones de esta familia se distinguen particularmente por tener unas buhardillas o depósitos ( majzin ) destinados a guardar las lanas, los bonetes y los talleres familiares.
Esta mansión, en particular, se distingue por una fachada sencilla dominada por una bellísima puerta claveteada, con aldabas. Esta puerta da acceso a un vestíbulo (s aqîfa ) cubierto, con losas calcáreas y con bóvedas de ladrillo visto, paredes con bonitos azulejos policromados y con frisos de arcos de estucos cincelados ( naqša hadîda ), de estilo andalusí. El piso superior tiene un salón que da al mismo tiempo al patio y al exterior. Tiene también varias habitaciones, que se utilizaban antes para talleres familiares.
Junto a esta casa y en la misma fachada se encuentra una segunda que se distingue por tener cinco vestíbulos ( saqâ'if ) y un patio con otro patio pequeño adjunto, con linterna central, con habitaciones para los huéspedes. La tercera y cuarta “Casa Lakhoua” ( dâr al-ijwa ) se encuentran situadas en la mitad de la calle de los Andalusíes ( nah í al-andalus, “rue des Andalous” ). Las dos casas obtienen luz por el intervalo que separa a dos pasadizos abovedados. Dos puertas con arcos, de madera claveteada, decoran la fachada.
Una da acceso al piso de los huéspedes y la otra permite la entrada a la cuarta mansión. Una tienda situada frente a la entrada servía como depósito de jarras de aceite y otras provisiones que se traían de las propiedades agrícolas de los Lakhoua situadas en la región de Ariana, Mornag y Zaghouan.
El piso de los huéspedes está construido alrededor de un patio con suelo de mármol, adornado con una cornisa de madera pintada sobre columnas y con paneles de azulejos. Permite el acceso a tres hermosas salas de recepción ricamente amuebladas. Las paredes están cubiertas con azulejos y con paneles de estuco labrado.
La cuarta casa tiene casi la misma planta y lleva la misma decoración. La “Casa Lakhoua” de la calle Sidi Surdu tiene una fachada que se distingue por una gran puerta claveteada, en un arco de piedra esculpida con motivos geométricos y florales y debajo de una triple ventana saliente con reja de hierro forjado y celosía de madera pintada ( barmakli ), que forma una mucharabía. Esta puerta permite el acceso a un vestíbulo ( driba ) recubierto con bóvedas de ladrillos en forma de espinas, con un banco de pared, de madera ( dukkâna ), reservado para acoger a los visitantes. A ese vestíbulo dan unas puertas que van al piso superior, a los almacenes ( majzin ) que se utilizan para conservar las lanas destinadas a la confección de las chechías y al jardín ( jnina ).
Por este vestíbulo se accede a un patio a cielo abierto, dominado por dos pórticos simétricos adornados con un arco, con columnas, con capiteles con voluta y media luna, con decoración de estuco y de paneles de cerámica y con una cornisa de tejas. Este patio se abre a cuatro habitaciones con triple alcoba, ricamente adornadas, y a una cisterna y una cocina dotada de un pozo, de un baño ( hammam ) y con una habitación para las provisiones ( bayt al-mûna ). El piso superior está dominado por un patio cubierto por un lucernario iluminado por ventanas que dan a dos hermosas salas de recepción.
Esta casa está pegando, en su parte exterior, a una mezquita.
CONCLUSIÓN
Los Lakhoua se integran perfectamente en Túnez, por su origen social, por pertenecer a la «comunidad andalusí», por su competencia y éxito en la profesión de mercaderes de bonetes y por el papel que desempeñan en la economía del país y en la sociedad urbana de la capital. Consiguen ocupar un puesto importante en esa sociedad, imponerse en la ciudad de Túnez y beneficiarse, por tanto, de un gran prestigio. El hecho de que los Lakhoua pertenezcan a la “comunidad andalusí y al grupo socio-profesional de los chauachis se refleja en las alianzas matrimoniales entre familias de esa “comunidad”, de ese grupo socio-profesional o de los notables del mundo de los zocos en general, los ambientes del poder político ( majzin ), de la ciencia y la cultura religiosa ( ‘ilm ) o de la devoción de cofradías ( zâwiya ). Estas alianzas hacen aún más sólida una integración en la sociedad receptora, con un profundo enraizamiento y múltiples formas de promoción social. Para estos andalusíes, la endogamia socio-profesional y la monogamia son generales, mientras que la endogamia biológica es muy reducida.
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Fuente:Sharq al-Andalus 14-15(1997-1998)
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