La Regencia otomana de Túnez es el país cuya inmigración morisca es más conocida, a pesar de su relativa lejanía de España, si comparamos ese país magrebí con Argelia y Marruecos. Esta situación específica se debe a dos factores, mutuamente implicados:
1.º La comunidad de moriscos o andalusíes está muy bien definida y delimitada en la sociedad tunecina, especialmente en el siglo XVII y siguientes, y no se difumina o asimila enteramente en el resto de la sociedad, como acontece en los demás países donde se instalaron los inmigrantes moriscos.2.º Los estudios sobre los moriscos o andalusíes de Túnez se han llevado a cabo con rigor y tendencia a la exhaustividad, desde hace vanas décadas, lo cual ha producido una importante bibliografía que abarca prácticamente todos los aspectos que se refieren a esa comunidad.
Los dos aspectos están íntimamente implicados. Si el objeto del estudio está claramente delimitado, es más fácil de estudiar. Si se estudia detenidamente, se puede parcelar mejor todos y cada uno de los aspectos de la actividad de esa comunidad de moriscos, para tender a la exhaustividad en el tema en su conjunto y definirlo mejor.
En la imposibilidad de presentar aquí exhaustivamente el resultado de tantos estudios como se han hecho ya sobre los moriscos o andalusíes en Túnez, se van a presentar las principales líneas de esa investigación, actualmente muy activa y en manera alguna agotada. [262]
Las páginas de síntesis que siguen no dispensan de leer los trabajos monográficos. Cada monografía tiene un importante valor en sí y permite también comprender mejor los paralelismos que se pueden encontrar con otros países de inmigración de los moriscos. Muchos aspectos que están escuetamente documentados en otros países, en Túnez tienen una importante documentación complementaria, que la explicita y que sitúa los hechos aislados allí existentes.
1. Singularidad de las emigraciones andalusíes a Túnez
Ante todo, hay que recordar brevemente las coordenadas geográficas e históricas que relacionan a Túnez como país islámico con Al-Andalus, la Península Ibérica y sus habitantes musulmanes.
El territorio de la Regencia de Túnez en el siglo XVII correspondía aproximadamente a la actual República Tunecina, entre las también Regencias o vilayet otomanos de Argel y Trípoli de Occidente (Argelia y Libia actuales). A principios del siglo VIII había partido de ese territorio y de su capital Kairuán la iniciativa de la conquista de la Hispania visigótica y desde Kairuán se regirá Al-Andalus durante casi medio siglo. Desde entonces, las capitales del territorio tunecino (Kairuán, en los siglos VIII y IX, Al-Mahdiyya, en el X y en el XI, Túnez sobre todo a partir del XIII) van a ser el paso obligado de todos los andalusíes que viajan a Oriente y de todas las corrientes culturales árabe-islámicas que vienen de los centros orientales al extremo occidente islámico de Al-Andalus.
Pero ese goteo incesante de viajeros de Al-Andalus no explica la singularidad de las grandes emigraciones de andalusíes al territorio tunecino. Éstas se darán en dos etapas muy bien definidas y delimitadas en el tiempo.
La primera se da a mediados del siglo XIII, cuando la caída en manos de los cristianos de importantes regiones de Al-Andalus. La necesidad de emigrar, para la clase dirigente musulmana de esas regiones y ciudades, afectó por igual a los cuatro reinos post-almohades del Occidente musulmán: Granada, Fez, Tremecén y Túnez. Este último, en manos de la dinastía Hafsí, atrajo a un gran número de intelectuales y técnicos andalusíes, que formaron parte de la élite ciudadana del próspero [263] reino de Túnez, del siglo XIII al XV, de forma semejante a como se situaban muchos andalusíes en las otras capitales magrebíes.
Pero el descalabro de Túnez a principios del siglo XVI, al tener que soportar múltiples ataques cristianos y especialmente la ocupación de La Goleta y otros puertos por parte de los españoles, supuso una cierta destrucción de la sociedad tunecina, durante más de medio siglo, bajo el demoledor «protectorado» que impusieron los españoles sobre la dinastía, precisamente para evitar la instalación del gobierno turco otomano (presente en Argelia, en Trípoli y en todo el Mediterráneo oriental) frente a las posesiones hispánicas de Italia meridional, en Sicilia, Cerdeña y Nápoles. Tras el freno a los otomanos que supuso la batalla de Lepanto, en 1572, la caída del «Arx Nova» o fortaleza que construían los españoles frente a Túnez, y de La Goleta, en 1573, marcó el final de una etapa de decadencia total de la sociedad tunecina, incapaz de defenderse de los ataques marítimos de los españoles, como lo habían hecho los argelinos a partir del puerto de Argel, o de refugiarse en el interior del país, como lo habían hecho los marroquíes a partir de sus capitales interiores de Fez y Marrakech. Y aún más de dos décadas tardará el gobierno tunecino, bajo la autoridad turca, para estructurar seriamente el país, a partir de 1590.
Esta evolución de la sociedad tunecina a lo largo del siglo XVI explica por qué ese país no recibió ni acogió a las oleadas de andalusíes, cada vez más hispanizados, que habían ido pasando al Magreb a lo largo del siglo XVI durante el largo éxodo final de los musulmanes de Al-Andalus, especialmente tras la caída de Granada de 1492 y tras la guerra de Las Alpujarras de 1568-1571. Los moriscos fueron pasando gradualmente a Argelia y Marruecos. Y se fueron asimilando también gradualmente a la sociedad magrebí de esos países, como se ha visto en los capítulos precedentes. En cambio en Túnez la emigración vino repentinamente -cuando la gran expulsión de 1609-1614-, masivamente -con unos 80.000 moriscos- y cuando esos musulmanes de la península estaban más hispanizados y difíciles de asimilar, en una sociedad tunecina casi desvertebrada en sus aspectos urbanos, apenas rehecha por el reciente poder militar turco.
Por eso la comunidad morisca de Túnez mantuvo unas características específicas más claras y durante más tiempo, dentro del marco de la sociedad tunecina de época otomana, hasta hoy en día. [264]
Esto se debió también a la política de acogida de las autoridades turcas en Túnez. Favorecieron, sobre todo al principio, la estructuración de la comunidad andalusí, con sus autoridades y sus características propias, según el modelo oriental de los agrupamientos étnico-religiosos o millet.
2. Características de los estudios sobre los moriscos o andalusíes en Túnez
La clara delimitación del colectivo morisco y de sus descendientes, claramente separados de sus antecedentes andalusíes medievales y casi sin graduales aportaciones moriscas del XVI (hay algunos andalusíes en Túnez a finales del siglo y primera década del XVII, pero muy pocos) han hecho que el objeto de estudio sea fácil de definir, para los investigadores. Las investigaciones científicas sobre los moriscos y sus descendientes en Túnez han tenido, a lo largo del siglo XX, unos hitos que son la clave de la abundante producción actual y que explican el conocimiento relativamente completo que hay ya sobre el fenómeno social que representó esa emigración.
A principios del siglo, el culto y erudito tunecino Abdelwahab presentaba en un congreso internacional una síntesis sobre el colectivo de los andalusíes en Túnez y sobre su aportación a la cultura tunecina (186). Esta síntesis, que definía con mucho acierto el objeto de los estudios de Moriscología en la sociedad tunecina abarcaba todos los aspectos que han sido desarrollados ulteriormente sigue siendo el punto de referencia fundacional de esos estudios.
En 1957, el trabajo global de Latham supuso una ampliación de ese mismo punto de vista, con una renovada metodología científica y con mucho más material, recogido en textos históricos y en tradiciones orales tunecinas. Ese trabajo, difundido en inglés y en francés, sigue siendo enteramente válido y básico (187). [265]
En 1973, la publicación del libro misceláneo de Epalza y Petit ponía a la disposición de los investigadores 32 trabajos sobre los moriscos o andalusíes en Túnez, inéditos unos y poco asequibles otros. La bibliografía, los índices y las perspectivas presentadas en las presentaciones de cada trabajo ponían a la disposición de los historiadores una nueva base, metodológicamente muy plural, para el estudio de los moriscos tunecinos. Este libro representaba un esfuerzo colectivo de muchos investigadores y abría perspectivas para todo un programa de trabajos futuros, en muchas direcciones (188).
Precisamente por esas mismas fechas se fundaba en Túnez el Centro de Estudios Hispano-Andalusíes, bajo la dirección del historiador, arqueólogo y moriscólogo Zbiss. Bajo su dirección se empezaron a recoger todos los datos disponibles en Túnez sobre los andalusíes, sobre sus actividades y sobre los restos presentes de esas actividades. Ha sido un trabajo de casi dos décadas, llevado a cabo por un pequeño equipo, muy competente, en diversas líneas: documentación archivística, restos arqueológicos, onomástica de familias, tradiciones orales (como la encuesta realizada por el jeque Mezzi en el pueblo de Tebourba). Este material va siendo elaborado en trabajos monográficos por diversos miembros del equipo de Zbiss, entre los que destaca notablemente El Gafsi y también Boughanmi, Hlioui y las dos hijas del señor Zbiss (189).
En 1983, diez años después del libro misceláneo ya citado, el Centro de Estudios Hispano-Andalusíes sacaba otro libro misceláneo, editado por Zbiss, Gafsi, Boughanmi y Epalza, con publicaciones de los miembros del Centro y de otros investigadores tunecinos y extranjeros (190). Porque paralelamente a la labor de recogida de datos en el país, [266] otros trabajos recogían documentación sobre el tema a partir de otras fuentes.
La dimensión internacional y pluridisciplinar de los estudios sobre los moriscos tunecinos se amplio, precisamente desde 1983, con los congresos en Túnez del Comité Internacional de Estudios Moriscos y con la fundación del CEROMDI (Centro de Estudios y de Investigación Otomanos, Moriscos, de Documentación y de Información), ambos presididos por Temimi, que había contribuido con sus estudios sobre las relaciones entre los moriscos y el Imperio Otomano a situar el tema de los moriscos en su contexto islámico (191). Las actas y publicaciones de ese nuevo centro de investigación tunecino tratan a menudo de los moriscos en la sociedad tunecina y contribuyen a iluminar cada vez mejor esos estudios (192).
Esa riqueza relativa de la documentación y la cantidad de estudios modernos se debe, evidentemente, a la especificidad de la implantación moriscas en Túnez, pero también al papel que los tunecinos atribuyen al elemento andalusí de su país, según Kress (193).
Extraído del libro: Los moriscos antes y después de la expulsión
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