Presentación
La cuestión morisca surgió a primeros de siglo, como consecuencia de la nueva política de intransigencia religiosa adoptada por los reyes católicos. Mientras la célebre capitulación de Granada del 25 de noviembre de 1491 garantizaba a los habitantes el libre ejercicio del culto musulmán, algunos años más tarde, el ardoroso celo del cardenal Cisneros provocó conversiones más o menos forzadas, seguidas de una revuelta en el barrio del Albaicin y pronto en las montañas vecinas. Cuando la justicia real hizo recaer en la ciudad el peso de su autoridad, hubo una verdadera epidemia de conversiones. Finalmente mediante la pragmática del 11 de febrero de 1502, los soberanos obligaban a los musulmanes de todo el reino de Castilla a exiliarse, a menos que se convirtieran. Nada cierto se sabe acerca de las salidas que pudieron tener lugar, pero está fuera de duda que la inmensa mayoría, tanto en el reino de Granada como en el resto de Castilla, prefirió la conversión, aunque fuese en apariencias, al exilio. Durante casi tres cuarto de siglos, 1502 a 1570, la masa de los nuevos conversos se dividirá en 2 grupos completamente distintos, por una parte los antiguos mudéjares, diseminados por Castilla, por otro, el bloque compacto de los granadinos.
Fueron muchos los herejes que tuvo la ciudad de Mérida: judaizante, luteranos, algunas brujas, blasfemos, y como en casi todos lados, una Iglesia hereje. Hagamos a un lado estos personajes para conocer a unos herejes muy especiales, los moriscos que vivían en la ciudad de Mérida. Hombres, mujeres y niños que van a sufrir en sus carnes el estigma de la Inquisición de Llerena. A diferencia de los de Hornachos, los moriscos de Mérida no eran nacidos en ella, solo residentes. El numero más elevado de seguidores de la secta de Mahoma que residía en dicha ciudad provenía del reino de Granada, y más concretamente los expulsados después de la rebelión de las Alpujarras venidos del Valle del Lecrín. Será el fin de la Guerra de las Alpujarras, y la posterior dispersión de la población morisca granadina por otros territorios castellanos, la que marque el inicio del recrudecimiento efectivo de las actividades del tribunal inquisitorial, y paradójicamente, la del fortalecimiento de su identidad como grupo social.
Dentro de la comunidad morisca de Mérida vamos a conocer personas condenadas por las mismas practicas que los moriscos de Hornachos: ayunos, festividad del Ramadán, lectura de libros arábigos, reuniones o juntas secretas en las que casaban por el rito musulmán, la muerte de un ser querido seguida por dicho rito, y como no, todas estas ceremonias dirigidas y controladas por el gran maestro de la comunidad, el Alfaquí. Las condenas van a ser ejemplares: autos de fe, galeras, la hoguera, encarcelados a perpetuidad, azotados, destierro, muertos en cárceles secretas y torturas, muchas torturas.
La guerra de los moriscos se desarrolló sobre todo en las Alpujarras granadina y almeriense, en la Serranía de Ronda y en la Sierra de Bentomiz –parte de la Axarquía malagueña-. Es decir, afectó sólo al territorio del antiguo Reino de Granada. Es la más importante, y la que se conoce como guerra de los moriscos. El viernes, víspera de la Navidad de 1568, hay un levantamiento de los moriscos. Envían una delegación de 200 monfíes al Albaicín de Granada para animar a los moriscos de la capital granadina a unirse a ellos, sin conseguirlo. Se retiran a la Alpujarra y resisten mediante guerra de guerrillas e acoso Flandes les obliga a rendirse en noviembre de 1570. Los moriscos alpujarreños nombraron a un jefe, Aben-Humeya, la víspera de la Navidad de 1568 en Béznar, también llamado Don Fernando de Valor, a propuesta del otro jefe de la revuelta, Hernando el Zaguer. Aben-Humeya es traicionado y ajusticiado por los suyos en el Laujar de Andarax y proclamado rey Aben-Aboo, poco antes de la rendición total de los moriscos.
Don Juan de Austria, el comendador mayor, y el duque de Sesa entraron triunfantes en Granada. Licenciaron las tropas de las ciudades y el 30 de noviembre salió para Madrid dejando al duque de Arcos el cargo de concluir con algunas partidas de moriscos que vagaban por la serranía de Ronda y la Alpujarra, entre otras una de cuatrocientos hombres, que mandaba todavía Aben-Aboo. Puesta precio a su cabeza, y conjurados para su perdición los parientes de Aben-Humeya, que tenían que vengar su alevosa muerte, lograron que dos de sus más íntimos confidentes le asesinasen el día 15 de marzo en una cueva entre Berchul y Mecina de Bombaron, dándole un golpe en la cabeza con la culata de un arcabuz.
Así concluyó el último Omniada, su ejecutor rellenó el cadáver de sal y lo entablilló, para que pudiera sostenerse en una mula. Cubierto con sus más ricos vestidos entró en Granada y presentó el cadáver al duque de Arcos en el palacio de la Chancillería. El cuerpo del ex-rey de la montaña fue arrastrado, descuartizado, y colocada su cabeza en una jaula de hierro, sobre la puerta del Rastro que da salida para las Alpujarras, con esta inscripción: “Esta es la cabeza del traidor Aben-Aboo, nadie la quite bajo pena de muerte”
Una vez ganada a los moriscos la guerra de las Alpujarras, mandó el rey a Don Juan de Austria que a la mayor brevedad posible se sacaran del reino de Granada e internasen en Castilla y Andalucía a todos los moriscos, así los de paz como los nuevamente reducidos.
Hizo ocupar Don Juan de Austria todos los pasos de la sierra, y el día 1 de noviembre de 1570 fueron expulsados de todos los pueblos y de todas las partes del reino de Granada los moriscos, hubieran o no sido rebeldes. Se dividieron en escuadras de 1500, y fueron conducidos los de la ciudad de Granada, Valle de Lecrin, Sierra de Bentomiz, Hoya de Málaga, y Serranía de Ronda a Córdoba, y repartidos luego por Extremadura y Galicia. Los de Baza, Huescar, Guadix y río Almanzora, a la Mancha y Castilla la Vieja. En un solo día quedó despoblado de moriscos el reino de Granada, habiendo costado dos años y dos sangrientas campañas el hacerles doblar su cerviz.
Dejamos atrás esta pequeña historia de las Alpujarras y nos vamos a la búsqueda de los moriscos expulsados de dichas tierras. Los hombres y mujeres desterrados vinieron a desembocar a la ciudad de Mérida. Si en el reino de Granada el control de los moriscos fue crucial para su posterior expulsión, en la ciudad de Mérida no lo va a ser menos. Los encargados de controlarles y castigarles serán los miembros o familiares del Santo Oficio. Y los que le formalizarán juicio, condenarán a tormentos, cárcel perpetua, galeras, y a ser quemados vivos, van a ser los miembros de la Santa Inquisición de Llerena.
En el censo de moriscos de 1581 no aparece ningún morisco del reino de Granada en la ciudad de Mérida. Sin embargo en el año 1589 y en el nuevo censo de los expulsados de dicho reino van a llegar a Mérida un total de 534 moriscos. Las poblaciones que acogieron a mayor número de moriscos venidos del reino de Granada en 1581 en la provincia de Badajoz fueron, Zafra (257), Badajoz (202), Fregenal de la Sierra (203), Jerez de los Caballeros (130), Villanueva del Fresno (66), y Burguillos del Cerro (65). En la de Cáceres fueron Valencia de Alcántara (215), Las Brozas (93), Coria (38), Alcántara (36), Mata de Alcántara (26), sin embargo, en dicho censo no aparecen moriscos ni en Plasencia, Cáceres, ni Trujillo. En total, los venidos a Extremadura según el censo fueron 1767 moriscos repartidos por un gran número de poblaciones de Cáceres y Badajoz. Donde más se ubicaron fue en la provincia de Badajoz, 1169 moriscos, mientras que en la de Cáceres se asentaron 598. En el año 1589 se realiza un nuevo censo. En el mismo se nos dice que Plasencia tiene (506) moriscos, Valencia de Alcántara (248), Santa Cruz de la Sierra (89), Las Brozas (85), Alcántara (65), Almoharín (60), Logrosán (59), y Cañamero (42). En la provincia de Badajoz, Mérida (534), Llerena (527), Zafra (489), Badajoz, (383), Fregenal de la Sierra (174), Jerez de los Caballeros (174), Medellín (152), Fuente de Cantos (110), y Segura de León (92). Al final del trabajo, conoceremos todas las localidades extremeñas que tenían moriscos según dichos censos.
Antes de conocer a estos personajes de la ciudad de Mérida y sus procesos inquisitoriales, veamos parte de la pragmática lanzada el año 1572 ordenando como tener en custodia en estos reinos a los moriscos repartidos.
“…ya sabéis o debéis saber como por la pragmática que hicimos en la villa de Madrid a seis días del mes de octubre del año pasado de mil quinientos setenta y dos, a cerca de la orden en que se ha de tener con los moriscos naturales del nuestro Reino de Granada, que por nuestro mandado fueron sacados de él y se repartieron en algunas ciudades, villas y lugares de estos nuestros reinos, tenemos proveído y mandado que ninguno ni alguno de los dichos moriscos puedan mudar, salir ni ausentarse de los lugares ni partes donde están repartidos para hacer noche fuera, sin expresa y particular licencia de las justicias del lugar y parte donde residieren, so ciertas penas según que esto y otras cosas más largamente en la dicha pragmática a que nos referimos se contiene.”
La justicia tenía que velar por la seguridad de los moriscos haciendo cumplir la pragmática. Estos no podían salir de Mérida, y si alguno osaba salir sería con licencia de la justicia.
Los moriscos que fueron repartidos en Mérida, más que sufrir el castigo o el tormento por ausencia ilegal, lo van a recibir por causa de su ideológia. Van a ser condenados por los mismos motivos que los de Hornachos, por ser seguidores practicantes de los ritos y oraciones de la secta de Mahoma, a pesar de su conversión.
Adentrémonos en el mundo de estos personajes, descubramos a través de los procesos inquisitoriales su negra y cruda realidad, provocada siempre por la delación de algún vecino, o, como sucede en la mayoría de los casos, por sus propios familiares ante el tormento. Éstos son los moriscos condenados por la Inquisición de Llerena, entre los años 1600 y 1605.
“Con esta enviamos a VS la relación del auto público de fe que a gloria de Dios y a lo que entendemos en gran servicio suyo, se celebró en esta villa de Llerena el domingo siete de este presente mes. El mismo se celebró con mucha autoridad, paz y sosiego aunque el día fue un poco áspero, hubo mucho concurso de gentes por el aviso que muy con tiempo se dio en todo el distrito. Que por haber sido en este año de 1600 todo el trabajo y ocupación en las pendientes de la complicidad de la ciudad de Mérida, que han sido muchas en número y de tanta consideración que se ponen al principio. En todas estas causas, los notarios del secreto han trabajado con grandísimo cuidado así como los demás oficiales cada uno en su ministerio. Lo han hecho honradamente, y los unos y los otros merecen que VS le haga mucha merced, no solo de las ayuda de costa que VS siempre suele dar sino de otros mayores socorros. Se le pide por ser los salarios tan corto y no tener otros aprovechamientos ni casas del oficio como en otras inquisiciones. A la vez le dará ánimo para seguir trabajando encarecidamente con las personas que quedan en las cárceles secretas, y que son más de sesenta presos de la dicha complicidad de la secta de Mahoma.
Avisamos a VS de que estos reos presos de la dicha complicidad de Mérida han testificado a más de cincuenta personas de la misma ciudad, así como de las de Trujillo, Coria, Cáceres, y Villanueva de la Serena, y otras villas de este distrito de la observancia de la secta de Mahoma, cuyas instancias veremos y votaremos con la brevedad que diere lugar. Para que antes que se publique el auto, se hagan las capturas que se hubieren de hacer.”
El documento lo firma el Inquisidor D. Jiménez Palomino, el licenciado Fernando de la Luz, y el licenciado Simón de Gazteluz.
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Agradecimiento: Muchas gracias a nuestro amigo Fermin Mayorga que nos mandó este articulo
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