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Jun 27, 2010

Huellas moriscas en el África subsahariana


POR GERARDO MUÑOZ LORENTE

Hay quien lleva años reuniendo pruebas para demostrar que hubo moriscos expulsados del antiguo Sharq Al-Andalus (luego reino de Valencia) que llegaron a afincarse incluso en el África subsahariana. Es el caso del contestano Roberto Llorens Reig, residente en la actualidad en Barcelona, que ha vivido varios años en Benín, donde llegó a ser vicecónsul honorario de España.

Llorens recuerda que guerreros procedentes del Sahel (área africana que, como un cinturón, abarca desde el sur de Mauritania hasta Sudán, pasando por Senegal, Mali, norte de Guinea y Burkina Fasso, Níger, norte de Nigeria y Camerún, y Chad) llegaron a España a finales del siglo XI formando parte del ejército de Yusuf ibn Tashufin, quedándose muchos de ellos a vivir en Sharq Al-Andalus y Al-Andalus. Asimismo recuerda que, en los archivos municipales de Alcoy y del Patriarca de Valencia, se han encontrado unos escritos que atestiguan la presencia, entre 1516 y 1521, de esclavos africanos negros en Cocentaina. "Algunos eran Mandingas y Peulhs de Macina (Matina), ambos de Malí. Otros eran originarios de Nigeria de la etnia Ibo, de los pueblos de Calabar, Omon u Ornon. De Ghana eran los de Cape y Elmina (Ermina). Guineanos los de Terranova (parte oriental de la costa de Guinea) y Brafera. El resto de los conocidos que no he podido ubicar eran de Salminguo, Temin, Tierra Magno y Algarp (É) cambiaban su nombre indígena por uno cristiano y adoptaban el apellido de sus nuevos amos, "el de los Esteve, los Seguí (É)"". Los descendientes de estos esclavos negros (así como los de aquellos guerreros del Sahel) debieron abandonar forzosamente Cocentaina, según Llorens, "formando parte de los más de 11.000 moriscos que el día 21 de octubre de 1609, salieron de Cocentaina y su condado para embarcarse en el puerto de Denia o de Moraira", llevándose consigo sus apellidos cristianos (Esteve, Guerra, Seguí) o toponímicos (Ayelo, Alberic, Castella, Sylla), así como sus costumbres y formas de expresarse (hispanoárabe y valenciano), tan propias de sus familias, tras varias generaciones viviendo en estas tierras. Estos mandingas seguramente fueron "los que se llevaron a algunos de esos blancos [moriscos] hasta sus tierras de origen en Benín".

Para los historiadores la hipótesis de Llorens es harto aventurada. Ciertamente el tráfico de esclavos negros en aquella época era algo cotidiano. Aunque su desembarco era obligatorio en el puerto de Valencia para el cobro de impuestos, muchos barcos negreros (sobre todo portugueses) preferían hacerlo ilegalmente en el puerto de Alicante, o en playas cercanas, donde eran entregados a los mercaderes que, a su vez, los vendían en diferentes poblaciones de la costa y del interior. Josep Lluis Santonja, archivero municipal de Alcoy, tiene bien estudiado este asunto, y confirma que, en efecto, fueron bastantes los negros (mandingas y de otras tribus) que sirvieron como esclavos durante aquella época. Pero en casas de cristianos. Conjeturar que los que vivían en Cocentaina fueron expulsados (todos o en parte) junto con los moriscos, a quienes acompañaron luego hasta la tierra de sus ancestros en el África subsahariana es "rizar el rizo", en expresión de Santonja, quien añade: "Está documentado que todavía había esclavos negros en esta zona en el siglo XVIII".

Sin embargo, es bien sabido que la dinastía de los Arma que gobernó Tombuctú (Mali) durante el siglo XVII fue fundada por moriscos y los datos que recogió Llorens en Benín no dejan lugar a duda sobre la huella hispana (castellana y valenciana) que todavía hoy pervive en esa parte de África.
Los Arma
Pero no fueron estos moriscos contestanos y posiblemente de otras localidades alicantinas los primeros en llegar a Benín, ya que al parecer otros lo habían hecho una década antes.
Se tiene por cierto que en octubre de 1590 un "ejército que hablaba castellano y valenciano, compuesto por 4.000 granadinos, 500 europeos, 60 cristianos, 1.500 caballeros árabes y 1.000 auxiliares camelleros", partió de Marrakech y cruzó el desierto del Sáhara portando por primera vez cañones, arcabuces y caballos, en busca de un sueño: fundar un nuevo Al-Andalus a orillas del río Níger. Iba al mando el Pachá Yuder, un hombre de ojos azules y nacido en el pueblo almeriense de Cuevas de Alamanzora con el nombre de Diego de Guevara. Expulsado de España, llegó a Marrakech, donde el sultán Al Manssur le nombró primero caíd de dicha ciudad y después pachá de su ejército gracias a su habilidad como militar. Tras un durísimo viaje, durante el que perecieron dos terceras partes de los hombres, Pachá Yuder y su mermado ejército vencieron a las huestes del reino de Songhay el 13 de mazo de 1591 en Tondibi (Mali), muy cerca del río Níger. Algunos historiadores aseguran que los shongay llamaron a los invasores "alarma" porque, cuando les atacaban, ellos gritaban "¡Al arma!". Otros opinan que el apodo procede del hecho de que fueran los primeros guerreros que usaban armas de fuego en esa parte de África.

Aunque intentaron proseguir su camino hacia el sur, Pachá Yuder y sus soldados se tropezaron con los terrenos pantanosos de lo que ahora es Burkina Faso, por lo que decidieron regresar a Tombuctú, donde se instalaron. En esta ciudad los altos mandos se casaron con las princesas de la dinastía shongay y los soldados con las plebeyas, formando así la dinastía y la casta de los Arma. De 1591 a 1618 los Arma gobernaron aquellos territorios de la curva del Níger por delegación del sultán de Marrakech y con capital en Tombuctú. En 1618 lograron independizarse y gobernaron hasta 1737, en que fueron vencidos por los tuareg en la batalla de Taya. El área de influencia de los arma irradió hacia lugares vecinos: Burkina Faso, Benín, Níger, Senegal, norte de Nigeria, Guinea y Ghana.

Este es, pues, el lugar al que llegaron los moriscos de Cocentaina y quizás de otras poblaciones alicantinas que, según Llorens, acompañaron a los esclavos mandingas en su viaje a las tierras de sus antepasados, tras ser expulsados de España en 1609. Y, desde allí, algunos debieron incluso de continuar hacia el sur, hasta la bahía de Benín.
Ibi en Nigeria
En la zona occidental del Sahel existen muchos lugares con nombre español: las ciudades y pueblos de Manga, Mal, Lago, Sapo, Serena, Toma, en Burkina Faso; Baila, Domingos, Poder, en Senegal; Dominga, en Ghana; Morita, en Togo; Manta, Nata, Tampobre, Tia, Tio, Tuya, Suya, en Benín; Las Hamadas, unas elevaciones rocosas cercanas a Tombuctú. O con nombre catalán o valenciano: las ciudades y pueblos de Ibi (en Nigeria), Ayelo, Gayá, Mahon, Sebba (donde se producen la mayor cantidad y mejores cebollas); los ríos benineses de Oli, Nano, Sarga, Sota.

Los Esteve negros
Donde hay familias que todavía hoy se apellidan Esteve, Seguí, Montcho, Gantcho, Bonagana, Massa, Amat, Ayelo, Castellá, Davo, Massia, Tormo, Mora, Bandera, Guerra, Gómez, Sastre, Abad, Mollá, Moya, Pereghi, Sap, Aguilar, Diaz, León, Mansilla, Médrid, Mena, Perez, Pina, Rodríguez, ToroÉ, y así hasta más de 300 apellidos que encontró Llorens en esa parte de África. El jueves 27 de noviembre de 2003 apareció en el diario beninés Le Matin una noticia sobre una cantante llamada Ayelo Castalla. Y un miembro de la familia Esteve, Philipe, beninés y propietario de un taller de reparación de bombas de inyección de motores diesel, negro como el tizón, como sus hijos y nietos, como sus padres y abuelos, le contó una tarde a Llorens la leyenda que, transmitida oralmente de generación en generación (a él se la contó su padre, que se llamaba Salustiano), asegura que sus antepasados fueron un día blancos, "venidos del norte, de más allá del desierto, del otro lado del mar".

Las familias Arma tienen sus apellidos unidos al oficio o cargo político que desarrollan en la sociedad. Así, los Touré son jefes, los Mandés son los servidores (los mandados), los Konta son los pescadores del río Níger que nunca han pesado los peces, sino que los cuentan, los Karabenta se dedican a vender el pescado. Además de los Kazaré, Marka, Bobos, otras estirpes armas con eco valenciano son los Barber y los Sembla.

Muchas costumbres de los actuales Arma (unas 10.000 familias) nos hablan de su pasado español y valenciano: su arroz (mucho más importante en su dieta y en su gastronomía que en las de los pueblos vecinos) es redondo y corto (del tipo bomba); sus panes tienen forma redonda y les hacen dos cortes en cruz; no usan sables curvados sino espadas rectas de estilo toledano; marcan sus ganados al estilo hispano (al fuego); las puertas de sus casas tienen formas andalusíes y, en las señoriales de Gao y Tombuctú (con soportales de piedra) se pueden encontrar escudos heráldicos semejantes a los españoles, no siendo pocos los que tienen como fondo una cruz.

El castellano y el valenciano se siguió hablando en Tombuctú y en el área de influencia de los arma durante muchos años. La última referencia histórica se encuentra en una carta enviada por el sultán marroquí al pachá de Tombuctú escrita en español. Todavía hoy muchos armas hacen sus cuentas en castellano y tienen en su vocabulario palabras castellanas y valencianas con el mismo significado con el que las conocemos nosotros: alcalde, alfalfa, alpargata, albornoz, garrafa, ámbar, alfombra, bakora, bonet, dacsa, intelligentsia, net, sabata, sabó, saya, má (Llorens apunta: "Era costumbre valenciana decir a los niños pequeños sedientos: "Vols má?" (¿Quieres agua?). En la orilla del lago Faguibin se encuentra el poblado Arma de Ras el-Má (literalmente "A ras del agua"), habitado por las familias Abad y Tormoz"). Entre las mujeres arma, informa el ex vicecónsul honorario español en Benín, abunda el apelativo cariñoso español Nena (Nana) y en algunos otros casos el de Enana.

Fuente: diarioinformacion.es

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