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Dec 14, 2008

LOS TEXTOS EN ÁRABE DE LOS MORISCO-ANDALUSÍES EN TUNISIA.

Abdel-Hakim Gafsi Slama
La literatura en lengua española escrita durante las primeras décadas del establecimiento de moriscos procedentes de España, llamados andalusíes, en la Regencia de Túnez en el siglo XVII, ha sido objeto, desde hace casi un siglo, de numerosas publicaciones y estudios, algunos de ellos ya clásicos (1). Pero ningún trabajo de conjunto ha sido realizado hasta ahora sobre la literatura de expresión árabe escrita por esos moriscos y por sus descendientes (2).En un mundo cultural del XVII, en el que la transmisión de conocimientos se hacía, las más de las veces, de forma oral y en el que la máxima importancia se daba a la poesía, a la prosa rimada (sadj‘) o a la prosa de las “sesiones” (maq $ ama)-géneros literarios que no eran adecuados para el nacimiento y el desarrollo de ideas nuevas- la producción literaria era relativamente escasa.
En esa producción, quedan algunos fragmentos, testimonios o notas relacionados con los andalusíes, en diversas obras literarias y crónicas históricas tunecinas, que se han conservado y han llegado hasta nosotros. Pero la mayor parte de estos textos han sido perdidos (3) o se encuentran aún en estado de manuscritos (4). Son, sobre todo, los repertorios bio-bibliográficos los que nos han transmitido, a través de los siglos, informaciones sobre personajes sabios o devotos de aquel tiempo, algunos de ellos andalusíes o relacionados con esos inmigrantes moriscos.Pero se echa de menos textos escritos sobre diversas manifestaciones culturales de esos moriscos o andalusíes, que sabemos existieron, pero que no han dejado testimonio escrito, o al menos no han llegado hasta nosotros o lo han hecho sólo fragmentariamente: cartas de los moriscos dirigidas a los sultanes otomanos u otras
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autoridades musulmanas (5); cantos y poemas musicales, llamados en Tunisia “maluf” y

cultivados por los andalusíes; cantos místicos que crecieron alrededor del mausoleo de Sidi Alí Azzuz, patrono del pueblo andalusí de Zaguán (6); panegíricos al profeta o a auliya (*) del Islam, declamados por los adeptos de las cofradías en sus reuniones alrededor de las tumbas de esos auliya (*) situadas en los pueblos andalusíes (7); inscripciones conmemorativas conservadas en muchos pueblos andalusíes (8); estelas funerarias de varios escritores del mismo origen (9); cuentos populares cultivados en esos ambientes andalusíes (10).
También merecen consideración literaria relatos de tradición oral (11) y poesías cantadas en dialectal árabe (malhún) en muchos de esos pueblos (12) manifestación de la expresión popular de esas comunidades andalusíes emigradas a Tunisia.
Podemos preguntarnos también por qué no se ha conservado ningún rastro de escritos, proyectos o tratados relacionados con algunas de las técnicas desarrolladas por los andalusíes, como la artesanía de la chechía o “bonete tunecino” (13) (como le llama Jovellanos), la construcción de importantes obras públicas andalusíes en arquitectura como el puerto militar de Ghar el Melh (14), el puente-presa de Batán (15)o el minarete de la Gran Mezquita Zituna de Túnez(16). Sólo se ha conservado un muy bello, único y muy interesante tratado de artillería escrito por Ibn Gánim (17).Otra cuestión que merece plantearse es el de la casi total ausencia de textos en lengua turco -osmanlí - co-oficial con el árabe en el Imperio Otomano, del que formaba parte la Regencia de Túnez en el siglo XVII- escritos por andalusíes, como los textos teológicos desarrollados por Ahmad Ax-Xarif Al-Andalusí (18).
POBREZA DE TEXTOS DE EXPRESIÓN ÁRABE Y ORIGINALIDAD DE LA LITERATURA EN LENGUA ESPAÑOLAEl
eclipse de las actividades culturales en la Regencia de Túnez, como resultado de las guerras, disturbios, hambrunas y epidemias que conoció el país por el conflicto hispano-otomano, particularmente alrededor de los años 1530-1574 (19), se manifiesta ante todo por el desinterés por las ciencias profanas, el abandono de todo esfuerzo intelectual personal en la ciencias religiosas (idjtihad) y por un auge triunfante de las prácticas espiritualistas de las cofradías y del marabutismo (20): poemas en elogio del profeta y de los auliya (*), libros hagiográficos como los manákib del protector de los moriscos Abu-l-Gaith Al-Qaxxax (21), poesía palaciega con temas elogiosos, sátiras, elegías y algunas invocaciones a auliya (*) del Islam. Son textos muy tradicionales, en esta época.La enseñanza que se daba, en el siglo XVI

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y principios del XVII, tampoco permitía la evolución de esta literatura. La modernización de
la docencia en Túnez no llegó prácticamente hasta la fundación de la Escuela Politécnica de El Bardo en 1838 y la introducción de una enseñanza moderna de tipo europeo.Aunque la vida intelectual y literaria fuera favorecida y mantenida por el poder político, que lo utilizaba también como medio de propaganda, fundando, restaurando y manteniendo a las instituciones que dispensaban una cierta enseñanza (mezquitas, medersas o escuelas, záwiyas u oratorio de un personaje auliya (*) musulmán) (22), esta enseñanza dependía evidentemente del Din del Islam (camino). Se trataba, en consecuencia, de una enseñanza tradicional, conservadora y conformista, vacía de toda reflexión constructiva, desprovista de comprensión y de explicación innovadora y que se limitaba a la lectura y paráfrasis de algunas obras religiosas. El método de enseñanza se basaba esencialmente en el dictado (imlá) hecho por el maestro.
Sólo la mezquita Zituna, centro de estudios superiores de la escuela malikí y de la ciencia religiosa islámica (ilm), se señalaba como institución que daba una enseñanza activa, rica y variada, gracias a los numerosos profesores célebres y a los diversos imames o predicadores de nivel intelectual eminente.
A pesar de la aportación étnica que supuso la llegada de los turco-otomanos, a partir de 1574, y de los moriscos, especialmente alrededor de 1600, la Regencia de Túnez no conoció el desarrollo de un mecenazgo cultural, con la notable excepción del Haznadar (equivalente a Ministro de Finanzas) del primer soberano de la dinastía husainí, Husáin Ibn-Alí (primer tercio del siglo XVIII). Era un personaje andalusí muy notable, que desempeñó un gran papel político e intelectual en la corte y que fundó una escuela y una biblioteca. Estos datos han sido proporcionados por el religioso trinitario español Francisco Ximénez, que residió en Túnez entre 1720 y 1735 y que mantuvo muchos contactos con él, por su cargo y también por su origen hispánico (23).La instalación de esas dos etnias nuevas en el país -los turcos y los moriscos-, con el uso más o menos limitado de sus lenguas respectivas, el turco-osmanlí y el español (24), permitió el desarrollo de una literatura en lengua española rica y original, entre 1600 y 1639 (25). Las autoridades turcas tenían como lengua oficial del Imperio el turco-osmanlí de la administración otomana y los hispanos la lengua española usual en la sociedad española de la que provenían (el castellano, pero también el aragonés y el catalán-valenciano, a nivel oral)(26), que todo condenaba a una desaparición paulatina, pero cuya existencia viva está atestiguada fehacientemente hasta mediados del siglo XVIII, tanto en algunas familias de la corte -los Lajua, recién venidos de Granada-, como en algunos pueblos de repoblación
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morisca del XVII, como Solimán y Testur (Tasatores, en textos en español).
Los moriscos expulsados de España, desaculturados por las visicitudes de las pruebas que habían sufrido en su patria y sin raíces familiares y culturales en el país de acogida, han dejado una curiosa literatura en español (27).
Ésta había sido cultivada en la clandestinidad de España y escrita o copiada durante las primeras décadas de su implantación en Tunisia (28).
A pesar de su ignorancia general del árabe y de la escritura que lo vehicula, los autores de estos textos han utilizado cierto léxico de esta lengua o de derivados del árabe, y han incitado a sus compatriotas a aprender el árabe. Esta lengua fue concebida como el cimiento que unía a los miembros de esta comunidad musulmana, un factor de cohesión y de solidaridad de los grupos, una manifestación de la identidad, un signo de reconocimiento y una marca de distinción (29).
A las pruebas morales, religiosas y culturales sufridas en España, se añaden, pues, en el país de acogida, varios problemas de adaptación y de inserción en el seno de un nuevo entorno socio-cultural que les era extraño.Los grandes temas de esta literatura morisca, en el exilio, siguen siendo profundamente religiosos y se articulan alrededor de los ejes siguientes:
•Comentarios de textos sobre las dos escuelas jurídico-teológicas sunníes dominantes en Tunisia, es decir los del malikismo tradicional en el Magreb y en Al-Ándalus y del hanifismo de los turcos-otomanos.
•Educación en castellano de los refugiados que ignoraban muchas de las creencias y de las prácticas fundamentales del Islam, como los ritos de las abluciones y de los salats. Este tema se evoca ampliamente por parte de los autores musulmanes de la Península, dirigiéndose a sus compatriotas bajo el dominio cristiano. Como ejemplo más notable y conocido, véase la obra de Ibn-as-Sabbah, escrita en Almería bajo la amenaza cristiana, alrededor del año 1489 (30).•Comentarios pseudo-proféticos sobre el Islam, sobre el destino de España y sobre los horrores del Día Final. Relatos bio-hagiográficos relacionados con el Profeta, con los imames y con los demás personajes auliya (*) (*) del Islam.
•Profecías relacionadas con el Turco como salvador, castigador de los cristianos y “esperanzasuprema de los moriscos” (31).

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•Polémicas religiosas contra los cristianos y los judíos. Se trata, pues, de unos textos
marcados por el fervor religioso que ha podido resistir a las pruebas de la Inquisición y del exilio, que muestran la fidelidad de los refugiados hispanos al Islam, a sus dogmas y a la cultura islámica (32).Al lado de estos temas, las evocaciones del exilio y de la caída de España [la musulmana, evidentemente] ocupan un lugar destacado y fueron escritos con un arte que recuerda la literatura hispana contemporánea (33).
El sentimiento de dolor y de nostalgia por la tierra perdida, su grandeza, sus méritos, sus valores y su prestigio, el exilio y el desarraigo, fueron concebidos y percibidos como un castigo divino y una fatalidad.
Este mundo espiritual está dominado, al mismo tiempo, por la ansiedad religiosa y el desarraigo étnico y cultural, favoreciendo y nutriendo el misticismo, forma suprema de éxtasis religioso (34).
Esta literatura, que emana de las meditaciones profundas sobre la condición del hombre, introduce en el pensamiento islámico tradicional nuevas formas de cultura, nacidas en la España del Renacimiento y sin relación directa con la herencia y el legado de la civilización de la España musulmana o Al-Ándalus, como lo fuera la cultura transmitida a Tunisia por la comunidad andalusí refugiada en la Ifríkiya hafsí anterior al período otomano del país (1230-1569)(35).
FUENTES, SABIOS Y LITERATOS DE LA LITERATURA EN ÁRABE
Las crónicas tunecinas, que son las fuentes documentales principales de que disponemos, se interesan sólo marginalmente por la actividad literaria de los descendientes de los inmigrantes españoles, asignando un papel más o menos importante a las biografías de personajes religiosos y literarios (36).Se encuentra a menudo entre ellos a sabios en Ciencias del Islam y a letrados distinguidos, que tienen la nisba (“nombre de origen”) de Al-Andalusí (“oriundo de Al-Ándalus”, es decir de la Península Ibérica musulmana). Este nombre de origen o apellido familiar étnico de Al-Andalusí, con el que se designa a esos sabios o literatos, es un medio eficaz de conservar la identidad como musulmán originario de Al-Ándalus (aunque no siempre permita fechar su emigración al Magreb: ¿en la gran expulsión final de 1609-1614? ¿en períodos anteriores de la historia ibero-magrebí?).
Estos escritores han dejado cierto impacto en la vida literaria del país, entre los años 1603 y 1838, y aún más tarde (37), en la sociedad de inserción, gracias a su integración rápida y total
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en la cultura árabe e islámica.
En estas biografías, confeccionadas de forma muy idealista y hagiográfica, la importancia fundamental reside en la moralidad y las altas cualidades morales y de erudición del personaje. Para captar mejor este aspecto, hemos escogido y acumulado, en una biografía ficticia, algunos ejemplos de epítetos que se suelen multiplicar en estas biografías y que ilustran con casos concretos el género biográfico habitual de la época.
“Conocido por su alta moralidad, su integridad, su probidad, su dignidad, su serenidad, su virtud y su delicadeza, animado de un espíritu de benevolencia y de piedad, famoso por su devoción, su ascetismo, tratado con honor, escuchado y alabado, el letrado o el sabio X, por su comportamiento ejemplar, llega a hacerse respetar y a ser venerado por el pueblo”.
La ciencia o erudición se manifiesta por su conocimiento de muchas ciencias, disciplinas y ramas del saber.“El sabio X es experto en el conocimiento de muchas ciencias religiosas fundamentales, como ilm al-kalam o fiqh (Conocimiento del Islam), la lógica (mántiq), la mística (tasáwwuf), la exégesis coránica (tafsir), la retórica (balaga), la recitación melódica del Corán (tadjwid), las particiones de herencias (faraid), apasionado por las ciencias de la lengua, como la sintaxis (nahw), la morfología gramatical (sarf), entusiasta de la literatura, tanto por la poesía (xir) como por la historia y las biografías (ajbar), era respetado por su inteligencia y su elocuencia.
Su cultura resultaba tan sólida que pudo participar en justas literarias y poéticas, frecuentar los «círculos» del saber y animarlas gracias a su ciencia y a su genio. Encarna también la cultura y los gustos de su tiempo y contribuye, consecuentemente, a la difusión de la cultura de su país. Se entregó paralelamente a la enseñanza. A sus cursos se apresuraba una muchedumbre de estudiantes y de escritores. Contribuyó también a la formación de numerosos discípulos y fue el gran maestro de muchos sabios y escritores de su tiempo. Frecuentó también la élite intelectual del país y se encontró con eminentes especialistas y hombres del saber, con ocasión de la peregrinación a La Meca.
Algunos de ellos le concedieron la idjaza, especie de licenciatura honoris causa, que le autorizaba a transmitir y a difundir las obras o la enseñanza del maestro”.

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La producción intelectual figura también en un lugar importante en estas biografías, donde se
describe cómo habían compuesto “diversos tratados o epístolas (risala) sobre diversas disciplinas en un estilo florido, o con una prosa rimada y un lenguaje asonante (sadja). Su obra escrita tuvo una gran audiencia ante los letrados”.
Todas estas cualidades le disponían para ser predicador (jatib) en la Gran Mezquita Zituna, un gran ulama (hombre de conocimiento del Islam) o a ser nombrado muftí, encargado de responder a las consultaciones jurídicas oficiales
ALGUNOS EJEMPLOS DE ESTA LITERATURA
Como ejemplos de esos textos referidos a andalusíes, mencionaremos solamente a tres escritores en árabe, del siglo XVII y principios del XVIII:A. El libro Al-anwar an-nabawiyya fi abá jair al barriyya, cuyo título puede traducirse como “Las luces proféticas acerca de los antepasados de la más excelente de las criaturas (Muhámmad)”, es una obra escrita en árabe en 1044H/1634 por Muhámmad Ibn-Abd-Ar-Rafí Ibn-Muhámmad Ax-Xarif38 Al-Husaini Al-Djáfari Al-Mursi HISTORIA DE AL-ANDALUS (39) Al-Andalusí, muerto en 1642. El texto fue compuesto a petición de su amigo Ax-Xarif An-Nawali, apodado As-Sarradj (“El Guarnicionero”) (40). Esta obra autobiográfica, consagrada a la genealogía del Profeta, de sus compañeros y de sus descendientes, está destinada a convencer a los tunecinos de que entre los refugiados venidos de España había también nobles jeriles o cherifes (xarif, plural xurafá o chorfas) descendientes del Profeta o de sus Compañeros (sahaba), para que les admitieran en la nobleza del camino del Din del Islam, que tenía su asociación en Tunisia. Se trata pues de una obra de tema religioso, pero también de reivindicación nobiliaria andalusí.
El análisis rápido de esta obra muestra que se compone de varias partes. Comienza por la enumeración de los ascendentes del Profeta Muhámmad y de sus Compañeros, a la que sigue su apología. Presenta a continuación un resumen de la historia de Al-Ándalus. Esta apología está destinada a mostrar que hay musulmanes de España que son descendientes del Profeta del Islam.
La obra comprende también una larga exposición sobre la lucha y la resistencia heroica “de los últimos musulmanes de España, contra la Inquisición, la persecución, la tortura y la
prohibición de las prácticas religiosas islámicas”. Explica cómo su padre le enseñó el alfabeto
árabe y el Corán, cómo se vio obligado a frecuentar la escuela cristiana y cómo se encontró con varios musulmanes virtuosos en Jaén, Granada, Córdoba, Sevilla, Toledo, etc., para fortalecer y conocer mejor la fe de sus antepasados, lo cual constituye un capítulo importante de esta obra. El fracaso de la política inquisitorial llevada por los reyes de España, la adhesión a las prácticas religiosas islámicas practicada secretamente por los moriscos y el temor de que se concretara la alianza entre éstos y el poder otomano son evocados como las razones esenciales que habían provocado su expulsión de España y sus consecuentes desgracias. El exilio de más de 600.000 personas, su implantación en Argel, Annaba (Bona), Tetuán, Fez, Marrakech, Belgrado, Bursa y Constantinopla (Estambul), la instalación de sus antepasados en Túnez (en el Zukak Al-Ándalus o “calle de los andalusíes”) en 902/1496, y, finalmente, la acogida favorable reservada a los recién llegados por el dey o “virrey” tunecino, delegado del poder otomano, Uthmán Day (1598-1610) y por el auliya (*) Abu-l-Gaith Al-Qaxxax se describen con mucha emoción, amargura y calor.En esta importante obra se trasluce, pues, la expresión del sufrimiento y del dolor. Esta literatura en árabe de los andalusíes tunecinos, que quedó profundamente marcada por la tragedia, muestra, al mismo tiempo, una triple alienación, religiosa, cultural y social.
Haciéndose eco de las quejas de sus compatriotas musulmanes venidos de España, presentándose como el portador de su memoria colectiva y el representante de una comunidad étnica víctima de una política “belicosa”, este autor ha producido una obra “comprometida” y “militante”, que manifiesta claramente una búsqueda de identidad y una voluntad de especificidad étnica.
Al atribuirse y reivindicar una genealogía gloriosa, de noble descendiente del Profeta y de andalusí, al utilizar una argumentación musulmana muy tradicionalmente documentada pero con“acentos de hidalgo español” y en un ambiente de “pureza de sangre” típica de la literatura del Siglo de Oro español y cristiano (41), el autor busca, a pesar del carácter idealista de este texto, asegurarse las condiciones para una mejor integración de su comunidad en el grupo social de acogida.B. El libro Kitab al-izz wa-l-manafi li-l-muchahidín fi sabil Allah bi-l-madafi (“Libro del honor y de las cosas útiles, para los que hacen la Yihad según la voluntad de Allah, con las armas de fuego”).
Se trata del primer tratado completo de artillería escrito en árabe, según su autor Ibrahim Ibn-
Ahmad Ibn-Gánim Al-Andalusí, conocido con el apodo de Al-Marmax o Arribax (quizás
transcripción del nombre hispano El Barbas o Arribas) (42). Este hermosísimo libro, lleno de dibujos, fue traducido del español por Áhmad Ibn-Qásim Al-Hádjari, llamado Bejarano, otro morisco que jugó un papel importante entre los moriscos exiliados, como intérprete en la corte del sultán marroquí Al-Mansur Adh-Dháhabi (1578-1603) y de sus sucesores (43). La traducción se acabó en Túnez, el 10 del mes rabí-II de 1048, 21 de agosto de 1638.
Este libro es uno de los raros testimonios sobre el paso de los moriscos españoles al Nuevo Mundo, como lo indica esta citación sacada del libro: “Me gustaba mucho viajar por los océanos. Emprendí varias veces la travesía [a América] y viajé en un gran navío llamado en español [en aljamía o “lengua extranjera al árabe”] “galeón”, que traía cantidades ingentes de dinero de las lejanas Indias Occidentales…” (44).
Esta obra “literaria” y “técnica” empieza por una biografía del autor, pero es sobre todo un manual práctico sobre la importancia de la artillería en la estrategia militar de la época y una obra de arte de excepcional belleza, por los croquis y esquemas que figuran en el libro (45).El libro comprende una introducción y cincuenta capítulos, que se articulan alrededor de los siguientes temas:-papel de la artillería en las guerras.
-los diferentes tipos de cañones utilizados en España en el siglo XVII.-las partes de los cañones: ruedas, fuste, mirilla, sistema de encendido, etc.-los consejos prácticos para un buen empleo de los cañones.-las técnicas de asalto.-la estrategia militar, de la organización militar y de las técnicas de desarrollo del armamento.-las ofensivas navales realizadas por los musulmanes en el litoral de España y de Italia, que sonuna forma de djihad o “esfuerzo” y una forma de apoyo a la Sublime Puerta turco-otomana.Estos diversos temas están inspirados, evidentemente, por su vida y su actividad en la flota imperial española, como técnico y artillero en sus diferentes viajes, entre otros al Nuevo Mundo.
Ibn Gánim estaba encarcelado en Sevilla, por un asesinato, cuando se promulgó el decreto de expulsión de los moriscos. Reclamo y consiguió ser expulsado, poniéndose inmediatamente al servicio de las armadas musulmanas.
Por su competencia, su espíritu de iniciativa y sus conocimientos prácticos, fue encargado por el gobernador tunecino Uthmán Dey de formar artilleros en La Goleta, uno de los más
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importantes puertos de la Regencia de Túnez en esa época.
Practicó el corso en el Mediterráneo y fue capturado cerca de Málaga, en el mes de agosto de 1610. Estuvo encarcelado en la cárcel de Sevilla, hasta que la influencia de amigos le permitió liberarse, en 1617.Fue nombrado por Yusuf Dey comandante de la marina tunecina en el puerto de La Goleta, donde promovió la instalación de una “industria de armamentos” de montaje de cañones y de una organización militar eficaz.C. El libro Kitab al-hulal as-sundusiyya fi l-ajbar at-tunisiyya (“Libro de las togas de seda, sobre informaciones de Tunisia”)(46) .
Esta importante obra histórica y literari a fue escrita por Abu-Abd-Allah Muhámmad Al-Andalusí, conocido bajo el nombre de Al-Wazir As-Sarrach (“El Ministro -o quizás El Alguacil- El Guarnicionero”), muerto en 1737 y descendiente de una familia española emigrada a Tunisia probablemente en el siglo XVII.
Se trata de una crónica que describe la historia de Tunisia, desde la conquista árabe de 647 hasta el reinado de Husáin lbn-Alí (1705-1740), fundador de la dinastía husainí que gobernó el país hasta 1958, fecha de la proclamación de la República.Esta obra monumental es también una compilación y una mezcla de historia, de literatura y de hagiografía. Su autor utiliza mucho a autores árabes de la Edad Media (Abu-l-Fidá, As-Sáfadi, Ibn-Hallikán, At-Tidjani…), así como a cronistas tunecinos anteriores (Ibn-Abi-Dinar, Husáin Hudja, Áhmad Burnaz…) y fuentes orales.
Esta historia está entremezclada con leyendas, anécdotas y panegíricos de los auliya (*) (*), como el que consagró a Sidi Alí Azzuz, patrón de la ciudad andalusí de Zaguán. Comparte “la deferencia y la veneración de sus compatriotas y contemporáneos por estos piadosos personajes” (47).
Junto a estas preciosas informaciones históricas, Al-Wazir As-Sarrach evoca con mucha finura y encanto las biografías de los imames de la Gran Mezquita Zituna, donde él enseñó también, así como las de los personajes que le habían educado y de los sabios que había conocido.
En esta obra, el autor hace el elogio de los Otomanos, que habían gobernado a Tunisia desde 1574, y sobre todo del fundador de la dinastía husainí, Husáin Ibn-Alí, por su obra arquitectónica e intelectual, pero no consagra más que un párrafo a la llegada de los moriscos a Tunisia y a la obra que hicieron. Tampoco se distingue por juicios favorables a los
andalusíes y por una hostilidad particular hacia los españoles. La expulsión y su impacto en la
sociedad tunecina ya están lejos…El autor se interesa también por describir monumentos erigidos por los otomanos y más particularmente por los santuarios, sus leyendas y sus costumbres, sean en Túnez o en otras regiones del país.
Al lado de esta obra “literaria”, Al-Wazir As-Sarrach ha escrito poemas panegíricos celebrando y conmemorando la obra arquitectónica de Husáin Ibn-Alí y su generosidad para con los sabios y escritores del país, así como trenos y misivas dirigidas a sus pares o condiscípulos. Estos mismos temas políticos se encuentran también desperdigados en su crónica.
CONCLUSIÓN
La originalidad y la riqueza de la literatura tunecina en lengua española producida por los moriscos exiliados en Tunisia durante las primeras décadas del siglo XVII son ya muy conocidas. Los temas de esta literatura tienen cierta relación con los de la literatura en lengua árabe, producida durante este mismo período por los moriscos o andalusíes “arabizados”. Tocan los campos de la polémica anticristiana, los relatos biográficos relacionados con el Profeta o históricos que tratan de historia de Al-Ándalus. Sólo la obra de Ibn-Gánim sobre la utilización de los cañones se sale de esta clasificación.
La literatura morisco-andalusí tardía no es abundante y se relaciona con los grandes tema de la literatura árabe clásica. Al-Wazir As-Sarrach queda como uno de sus representantes más eminentes. Pero ningún trabajo de conjunto ha sido realizado aún sobre la literatura de expresión árabe escrita por esos moriscos y por sus descendientes.Traducción al español de Míkel de Epalza


(*) auliya: significa “íntimos de Allah”
1. Ver E. SAAVEDRA MORAGAS, «Índice general de la literatura aljamiada», Memorias de la Real Academia Española, Madrid, VI, 1889, pp. 140-328; J. RIBERA y M. ASÍN PALACIOS, manuscritos árabes y aljamiados de la Biblioteca de la Junta, Madrid, 1912; y la bibliografía recogida por L.F. BERNABÉ PONS, Bibliografía de la literatura aljamiado-morisca, Alicante, 1992, a lo que habría que añadir la reciente presentación sintética de él mismo «La asimilación cultural de los musulmanes de España: lengua y literatura de mudéjares y moriscos», Congreso Internacional Chrétiens et Musulmans à l’époque de la Renaissance, Tours, julio 1994 (en prensa).
2. Algunas informaciones y la traducción de algunos textos han sido recogidos por M. DE EPALZA y R. PETIT, Receuil d’études sur les moriscos andalous en Tunisie, Madrid, 1973 [especialmente en los capítulos de A. Turki, H. Pieri, D. Brahimi, M. de Epalza, J. Penella, L.P. Harvey, J. Oliver Asín, M.H. El-Hila y en las notas introductorias de M. de Epalza a esos capítulos]. Reciente síntesis de A.V. RODRÍGUEZ, «La literatura aljamiado-morisca del exilio», en M. DE EPALZA (ed.), L’expulsió dels moriscos. Conseqüències en el món islàmic i en el món cristià, Barcelona, 1994, pp. 183-194, y buena presentación del contexto socio-literario de los textos hispano-tunecinos, en el estudio de L. LÓPEZ-BARALT, Un K $ ama S $ utra español, Madrid, 1992, especialmente pp. 23-99.
3. Francisco Ximénez cuenta, a principios del siglo XVIII (1727), que Muhámmad Guacir -probablemente el escritor andalusí Al-Wazir As-Sarradj, del que se hablará más adelante- había escrito una historia del reino de Túnez y que le había sido traducida al español por el también andalusí Mahamet Andaluz. El mismo escritor español indica también que compró un libro de historia sobre la vida del profeta y de su familia. Ver M. DE EPALZA, «Nuevos documentos sobre descendientes de moriscos en Túnez en el siglo XVIII», Studia historica et philologica in honorem M. Batllori, Roma, 1984, pp. 195-228 (p. 214) y traducciones al francés y al árabe, en Revue d’histoire maghrébine, Túnez, 17-18, 1980, pp. 79-108,137-140, y S.M. ZBiss; A GAFSI; M. BOUGHANMI y M. DE EPALZA, Études sur les morisques andalous, Túnez, 1983, pp. 57-90, 67-70. No hay que confundir este escritor andalusí del XVIII con el conocido escritor morisco en castellano Muhámmad Alguacir, estudiado por G. WIEGERS, «Diplomatie et polémique anti-chrétienne: naissance et influence de l’oeuvre de Muhammad Alguacir (vers 1021-1612)», Actes du V symposium international d’études morisques sur “Le Ve centenaire de la chute de Grenade, 1492-1992”,Zaghouan, 1993, pp. 747-756.
4. Ver fragmentos traducidos por A.M, TURKI, «Documents sur le dernier exode des andalous en Tunisie», en M. DE EPALZA y R. PETIT, op. cit., pp. 747-756.
5. Ver A. TEMINI, «Une lettre des morisques de Grenade au sultan Suleiman al Kanuni en 1541» Revue d’histoire maghrébine, Tunis, 3, 1975, pp. 100-105, y en id., Le gouvernement ottoman et le problème morisque, Zaghouan, 1989, pp. 23-32 (en francés) y 27-38 (en árabe).
6. Ver A. ABDESSELEM, Les historiens tunisiens des XVIIe, XVIIIe et XIXe siècles: essai d’histoire culturelle, París, 1973, p. 49. Sobre Zaghouan y los moriscos o andalusíes, ver texto del viajero español Francisco Ximénez en M. DE EPALZA, «Nuevos documentos…» p. 217, y síntesis histórica de A.H. GAFSI, «Zaghouan a l’époque islamique. Zaghouan el les Andalous» Zaghoun et sa région. Présentation historique, Zaghouan, 1990, pp. 5-7.
7. Ver, para la pequeña capital comarcal y rural andalusí de Testour, N.S. HOPKINS, «Notes sur l’histoire de Testour», en M.S. ZBISS et al., op. cit., pp. 103-128 (pp. 117-118).
8. Ver M.S. ZBISS, «La mosquée de Soliman», en M.S. ZBISS et al., op. cit., pp. 207-208, 39-44; A. DAOULATLI, «Inscription andalouse à la mosquée d’Al Alia», en M. DE EPALZA y R. PETIT, op cit., pp. 282, 284, 285-290. Estamos preparando un corpus de las inscripciones en estos pueblos andalusíes de Tunisia.
9. He publicado una de ellas en Tunis, terre de rencontres et de civilisation, Túnez, 1992, p. 283.
10. Ver M.S. ZBISS, «Apports andalous en matière d’agriculture en Tunisie», en Actes du II symposium international du CIEM sur “Religion, identité et sources documentaires sur les morisques andalous”, Túnez, 1984, p. 205.
11. Ver N.S. HOPKINS, op. cit., y M. DE EPALZA, Los moriscos antes y después de la expulsión, Madrid, 1992, 1994 (2ª ed.), p. 114.
12. Es el caso de la colección de poemas de Al-Arbi An-Najjar, en el pueblo de Al-Alia (dactilografiado).
13. Ver S. FERCHIOU, Techniques et sociétés. Exemple de la fabrication des chéchia en Tunisie, París, 1971; P. TEYSSIER, «Le vocabulaire d’origine espagnole dans l’industrie tunisienne de la chéchia», en M. DE EPALZA y R. PETIT, op. cit., pp. 308-316, y más recientemente M. TURKI, «Les Morisques en Tunisie: commercialisation de la chéchia dans la 2ème moitié du XIXe siècle», en A. TEMIMI (ed.), Actes du V symposium…, pp. 723-731.
14. Ver A. GAFSI, «La découverte d’une conduite d’eau dans un village morisco-andalous en Tunisie, Ghar el Melh (Porto Farina)», en Actes du V simposium…, pp. 283-290.
15. Ver A. GAFSI, «Crues, inondations et contrôle de l’eau dans quelques villages morisco-andalous en Tunisie», en Avenidas fluviales e inundaciones en la cuenca del Mediterráneo, Alicante, 1989, pp. 403-414.
16. Ver A. GAFSI, Monuments andalous de Tunisie, Túnez, 1993, pp. 24-25, id., «Aperçus sur les architectes Morisco-Andalous en Tunisie», Actes du IV symposium…, pp. 129-141. Ver descripción de un monumento emblemático de la instalación de los moriscos en la capital tunecina, aunque no trate de su decoración epigráfica, en A. ALMAGRO GORBEA, «La záuiya de Sidi Qásim en Túnez», Tres monumentos islámicos restaurados por España en el mundo árabe, Madrid, 1981, pp. 93-131.
17. Ver infra, nota 42.
18.Ver M. DE EPALZA, «Rites musulmans opposés aux rites chrétiens dans deux textes de morisques tunisiens: Ibrahim Taybili et Ahmed AI-Hanafi», en A. TEMIMI (ed.), Actas del III symposium internacional de estudios moriscos Las prácticas musulmanas de los moriscos andaluces (1492-1609), Zaghouan, 1989, pp. 71-74, y id., «Arabismos en el manuscrito castellano del morisco tunecino Ahmad al-Hánafi», Homenaje a Álvaro Galmés de Fuentes, Madrid, 1985, II, pp. 517-527.
19. Ver A. MASMOUDI y M. SMIDA, «Tunis au XVIe siècle: de la chute des Hafsides à l’installation des Turcs», en Histoire de la Tunisie. Les temps modernes, Túnez, 1983, p. 15.
20. Ver J. FONTAINE, Histoire de la littérature tunisienne par les textes, vol. II: Du XIIe siècle à l’indépendance, Túnez, 1994, p. 55; A. ABDESSELEM, op. cit., p. 24.
21. Ver A. ABDESSELEM, op. cit., p. 15, y M. DE EPALZA y R. PETIT, op. cit., en capítulos diversos, especialmente de J.D. Latham (p. 42), H. Piéri (pp. 128-134, con fotografia de su tumba, en su mausoleo), M. de Epalza (pp. 156, 168), J. Oliver Asín (pp. 207, 208, 210), J. Penella (p. 258), S.M. Zbiss (pp. 275-276), J. Révault (p. 301), y F. Skhiri (p. 351).
22. Ver la institución y edificio más importantes de la actividad docente de los andalusíes de Túnez, en A. GAFSI, «La médersa des moriscos andalous á Tunis», Sharq al-Ándalus. Estudios Árabes, Alicante, 5, 1988, pp. 169-180.
23. Ver los datos recogidos sobre este personaje y su familia, en M. DE EPALZA, «Nuevos documentos…», pp. 197-208.
24. Ver D. BRAHIMI, «Quelques jugements sur les maures andalous dans les régences turques au XVIII e siècle», en M. DE EPALZA y R. PETIT, op. cit., p. 144. Sobre las relaciones entre los turcos otomanos y los andalusies o moriscos, ver monografías de A. TEMIMI, Le gouvernement ottoman…, id., Études d’histoire morisque, Zaghouan, 1993, y M. DE EPALZA, «Les Ottomans et l’insertion au Maghreb des Andalous expulsés d’Espagne au XVIIe siècle», Revue d’Histoire Maghrébine, Túnez, 31-32, 1983, pp. 165-173.
25. Ver J. PENELLA, «Littérature morisque en espagnol á Tunis» en M. DE EPALZA y R. PETIT, op. cit., pp.187-198.
26. Ver M. DE EPALZA, «El català al Mágreb àrab. Els moriscos expulsats», Segon congrés internacional de la llengua catalana (1986), vol. VIII, Valencia, 1989, pp. 385-388.
27. Esta literatura hasta está relacionada con la mejor literatura española del Siglo de Oro, con Cervantes y Lope de Vega. Ver J. OLIVER ASÍN, «Un morisco de Túnez, admirador de Lope», Al-Andalus, Madrid, 1, 1933, pp. 409-456, id., «El Quijote de 1604», Boletín de la Real Academia Española, Madrid, XXVIII, 1948, pp. 89-126 [Trabajos traducidos al francés, en M. DE EPALZA y R. PETIT, op. cit., pp. 205-239 y 240-247, respectivamente] y el estudio de Luce López-Baralt, mencionado supra, nota 2. Ver también el análisis de un soneto, de perfecta estructura clásica, en A. GALMÉS DE FUENTES, «Sobre un soneto barroco de un morisco», Archivum, Oviedo, XXVII-XXVIII, 1977-1978, pp. 200-217.
28. Ver M.N. BEN JEMIA, «Le bilinguisme morisque à travers la littérature aljamiada», en Actcs du II Symposium…, I, p. 43, id., La langue des derniers musulmans de l’Espagne, Túnez, 1987. Análisis interesante de L.F. BERNABÉ PONS y J.J. MARTÍNEZ EGIDO, «Estado de la lengua de los manuscritos en caracteres latinos. El problema religioso», Actes du IV symposium…, pp. 35-41. Maduras reflexiones de O. HEYGI, «Implicaciones lingüísticas del contexto religioso-cultural de la literatura aljamiada», A. TEMIMI(ed.), Actes du II symposium…, 1, pp. 375-379.
29. Ver la articulación de este factor lingüístico de identidad de los inmigrantes, en L. CARDAILLAC, «Le Turc, suprême espoir des morisques», en S.M. ZBISS et al., op, cit., p. 53, y M. DE EPALZA, «Le lexique religieux des morisques et la littérature aljamiado-morisque», en L. CARDAILLAC (ed.), Les Morisques et l’Inquisition, París, 1990, pp. 51-64. Nuevas reflexiones de M. SÁNCHEZ ÁLVAREZ, «Actitudes lingüísticas de los moriscos, deducidas de fuentes cristianas y aljamiadas», en A. Temimi (ed.), Actes du V symposium…, II, pp. 633-641, y de A. y L.M. SERRY, «La identidad árabo-islámica de los moriscos a través de la literatura aljamiada», ibídem, pp. 695-709 [texto árabe, en vol. I, pp. 151-168].
30. Ver D. CHEIKHA, «Quelques aspects religieux du récit de voyage de Abdallah Ibn al Sabbah», en A. TEMIMI (ed.), Actes du IV symposium…, p. 356. Ver presentación del personaje y de su obra en artículo de F. Franco Sánchez, en este mismo volumen de la revista Sharq Al-Ándalus, Estudios mudéjares y moriscos.
31. Ver L. CARDAILLAC, op. cit.
32. Ver M. DE EPALZA, «L’identité onomastique et linguistique des morisques», en A. TEMIMI (ed.), Actes du II symposium…, pp. 269-279.
33. Ver trabajos de J. Oliver Asín mencionados supra, nota 27.
34. Ver J. PENELLA, op. cit., p. 196.
35. Ver M. TALBI, «Les contacts culturels entre l’Ifriqiya hafside (1230-1569) et le sultanat nasride d’Espagne (1232-1492)», en Actas del II coloquio hispano-tunecino, Madrid, 1973, pp. 63-90, M.J. RUBIERA MATA, «Un aspecto de las relaciones entre la Ifriqiya hafsí y la Granada Nasrí: la presencia tunecína en las tarîqât místicas granadinas», Les Cahiers de Tunisie. Actes de la 3ème Rencontre Tuniso-Espagnole, Túnez, XXVI/ 103-104, 1978, pp. 165-172.

Dec 11, 2008

Histoire des Andalous en Tunisie

Slimane Mostafa Zbaiss

L’Histoire des Andalous en Tunisie commence à partir d’une date clé 1492, avec la chute de Grenade et le début de l’émigration andalouse vers, notamment, le Nord de l’Afrique. Cependant, cette immigration a duré deux siècles avant l’expulsion totale de tous les Morisques de la péninsule ibérique en 1610.
Avec la défaite des Nasrides en janvier 1492, qui a marqué la fin du règne musulman en Espagne et la capitulation de Grenade, une forte minorité de Morisques n’a pas immédiatement émigré mais a préféré rester en sa terre natale, surtout que les Musulmans d’Espagne ont eu des promesses, de par le texte même du traité de capitulation de Grenade, pour le respect de leurs pratiques religieuses et la sauvegarde de leurs personnes et biens. Pourtant, vers le début du XVI ème siècle, c’est à dire quelques années seulement après, aucune de toutes ses promesses n’a été respectée et commença alors, une rigoureuse politique d’assimilation et de christianisation, menée par les autorités espagnoles et guidée par l’Eglise.
Cette politique a été fortement rejetée par la communauté morisque qui a manifesté sa colère par des révoltes violemment réprimées et, dans la plupart des cas, par une résistance passive et clandestine.
D’ailleurs, la première révolte en date était celle de 1502, à l’Andalousie Orientale, qui a provoqué la promulgation, le 12 février de la même année, d’une ordonnance royale imposant aux Musulmans de la Couronne de la Castille de choisir entre l’émigration ou la conversion.
Cette ordonnance a marqué le début de la répression, avec l’imposition de la conversion forcée aux Mudéjares de Valence et de l’Aragon, suivie, en 1566, d’une série de mesures vexatoires contre les Morisques, touchant leur langue, leurs costumes et leur mode de vie.
Ces mesures ont engendré le déclenchement de la Grande Révolte d’Alpujarras, en 1568-1570, des Morisques de Grenade. La réaction du pouvoir politique espagnol ne se faisait pas attendre, les musulmans furent expulsés de Grenade et redistribués en Castille.
Devant l’attachement des morisques à leur culture, religion et traditions et l’échec relatif de la politique de christianisation menée par l’Eglise, le sentiment de la nécessité de finir définitivement avec le problème morisque s’est accru chez l’Etat espagnol. La décision ne tarda pas à être prise, en 1609, par Philippe III qui, cédant aux incitations des archevêques de Valence et de Tolède, a ordonné l’expulsion définitive des Morisques de toute l’Espagne, en vertu du décret du 22 septembre 1609.
Commença ainsi une émigration massive de centaines de milliers d’Andalous, au cours de cette année et durant les années qui allaient suivre, vers les ports de la Méditerranée. L’essentiel de ce transfert humain se dirigea vers le Maghreb, particulièrement vers la Tunisie qui a accueilli le plus grand nombre de Morisques, grâce à une politique favorable de la part des Ottomans, déteneurs du pouvoir à l’époque.
Il faut signaler que les premiers immigrés andalous sont venus en terre d’Ifriqiya dès le XIIIè siècle et qu'ils sont pour la plupart des Sévillans qui ont choisi de s’installer à Tunis, grâce aux relations intimes maintenues entre Séville et l’hafside Zakariyâ qui était souverain sur l’Andalousie Occidentale. Ces premiers venus ont été privilégiés par le pouvoir hafside, vu leur haut niveau culturel et social. Ils étaient « des distingués poètes, des brillants secrétaires, des savants renommés, des princes et des valeureux guerriers » qui ont occupé d’importantes charges politiques et administratives au sein du royaume tunisien.
Contrairement à cette vague « d’élite », les autres vagues d’immigration étaient essentiellement constituées d’agriculteurs et d’artisans qui ont choisi plutôt de s’installer dans les régions de l’intérieur du pays, surtout dans le Nord de la Tunisie. Cette installation a été encouragée par les autorités turques, à travers d’attractives concessions de terres et de dons, outre les exonérations fiscales.
Ainsi les Morisques occupèrent les villes et les villages du Cap Bon (Hammam-Lif, Soliman, Grombalia, Turki, Belli, Nianou et Zaghouan), de la Vallée de la Medjerda (Sloughia, Medjez el Bab, Grich el Oued, Tébourba, Djedeida et Guelaat Al Andlouss) et de la région de Bizerte (Ausdja, El Alia, Metline, Ras El Djebel, Porto Farina, Menzel Djemil, Mateur et Bizerte). Les Andalous ont même construit leurs propres villes, tel est le cas de Testour, ville typiquement andalouse.
Ces nouveaux éléments, intégrés dans la société tunisienne, ont marqué, dès leur arrivée, les villes où ils se sont installés et ont imprégné de leur culture la société locale.
Braves agriculteurs qui introdusirent des nouveaux instruments d’agriculture et des nouvelles procédures (ex : nouvelles méthodes d’irrigation à travers la « Noria » et les moulins à eau et à vent), voire même des nouvelles espèces (cultures d’arbres fruitiers, légumes, vignes...) ; artisans habiles qui introduisirent l’industrie de la « chéchia », celle de la soie (les vers de soie étaient élevés dans la région de la Harayriya, près de Tunis, une culture qui a été également introduite par les Andalous), la production des tuiles, briques et faïences ; gens raffinés et distingués de part leurs habits, langue (l’espagnol et le catalan étaient pratiqués dans plusieurs villes tunisiennes à présence andalouse) et même par leurs aspects physiques (teint et yeux clairs) et morales (individualité, fierté parfois excessive de leurs origines, goût pour le luxe etc), les Morisques ont été d’un apport considérable pour la Tunisie.
Leur influence se sent aussi dans le domaine de la cuisine, introduisant des plats spécifiques comme les « Banadhej » et les « Kisseles », dans le domaine de la musique grâce au Malouf (musique typique aux origines hispano-andalouses) et dans le domaine de l’architecture, comme témoignent certains monuments édifiés par les Andalous comme les mosquées (on cite ici la célèbre et prestigieuse Grande Mosquée de Testour), avec leurs minarets similaires aux tours des cloches des églises espagnoles, et les maisons avec des toits en tuiles, qui ne différent pas des habitations en Espagne.Bref, l'immigration morisque a représenté un facteur d’évolution pour la Tunisie et pour tout le Maghreb. Aujourd’hui, malheureusement, il ne reste que quelques familles andalouses dans le pays qui sont reconnaissables grâce à leurs noms d’origine espagnole comme Zbiss, Merkikou, Merichkou, Marco, Bantor, Al Hendîlî, Zghounda, Chelbi, etc.

Dec 7, 2008

El papel de Juan de Ribera en La expulsión


fue una figura clave en el proceso de expulsión de los moriscos. En 1568 recibió el titulo honorífico de patriarca de Antioquia y a la vez fue nombrado arzobispo de Valencia, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte en el año 1611, ejerciendo responsabilidades que iban más allá de lo religioso.
El tema de los moriscos le ocupó desde un principio, mostrándose inicialmente partidario de una evangelización pacifica, aunque con una actitud de desconfianza que le llevó a prohibir la edición de un catecismo bilingüe árabe-castellano. Decepcionado por los resultados de esta campaña en 1582 elevo al rey su primer informe en el que proponía la expulsión pura y simple. En otra serie de memoriales presentados en 1601-1602 exponía largamente su oposición, en términos que leídos hoy resultan chocantes. En efecto, llega a sostener que sería licito exterminar físicamente a quienes considera apóstatas y traidores, pero lo desaconseja "porque el degollar tanta gente causaría general horror y lástima" . Su opción vuelve a ser la expulsión. En los años siguientes se convencería de que los moriscos estaban preparando una insurrección contra la España cristiana, y éste fue el argumento de más peso avanzó en un sermón en la catedral de Valencia
cuando se procedió a la publicación del edicto.
Desembarco de los moriscos en el Puerto de Orán. Por Vicente MestreEscena de la Resistencia Armada Morisca en contra de la Expulsión en la Sierra de Laguar. Por Gerónimo Espinosa

LA EXPULSIÓN



El día 3 de Octubre de 1609. Apenas dos semanas después de la publicación del bando de expulsión. El virrey de Valencia, marqués de Caracena, y el general del ejercitó enviado al reino, don Agustin Mejia, presencia la operación, junto con jueces y soldados. Los moriscos procedentes de Alcocer y Picasent se habían ido reuniendo en torno a la plaza del Grau. Todos ellos se embarcaban a costa de los moriscos ricos, quienes habían sido forzados a pagar el flete de los navíos. Las familias moriscas llegaban con sus enseres cargados en carrozas o mulos. Los moriscos desfilaron ordenadamente hasta la playa o a lo largo del endeble malecón de madera del puesto, para subir a las barcas que habían de llevarlos a los navíos, que los esperaban frente a las atarazanas de la ciudad. Mientras tanto, la población cristiana miraba con curiosidad las escenas desde lo alto de las murallas, los balcones de las casas vecinas o las terrazas del baluarte.
La Expulsión en el Puerto de Denia. Por Vicente Mostre
LAS RUTAS DE LOS DESTERRADOS



El primer gran desplazamiento de moriscos, en el reino de Valencia, siguió una pauta de centralización: todos debían partir de los puertos asignados para dirigirse a Orán, desde donde se repartirían por los destinos finales en Marruecos, Argelia y Túnez. Pero muy pronto muchos se dirigieron directamente a Túnez, el país que les dispensó mejor acogida: Bastantes moriscos aragoneses y castellanos cruzaron los Pirineos para entrar en Francia, desde donde tomaron la ruta de Italia, el norte de Africa o el imperio otomano.

La Expulsión en Vinaroz. Por Pere Oromig y Francisco Peralta



ESCENAS DE LA EXPULSIO


Esta colección consta de siete lienzos en los que se plasma los momentos más destacados del traumático proceso de la expulsión de los moriscos valencianos. Gracias a los estudios de Jesús Villalmanzo Cameno, actualmente se sabe que fueron pintados por orden personal de Felipe III, cursada al virrey Marqués de Caracena tres años después del hecho, y que se encargo de su ejecución los talleres de los pintores Pere Oromig, Vicent Mestre, Jerónimo Espinosa y Francisco Peralta.Una vez más, se produce la hiriente ironía de que el encargo de esta exaltación de un suceso tan infausto para la población morisca, fue pagado con cargo a los bienes de realengo que habían dejado los expulsados moriscos tras su marcha. Para el espectador actual, esta serie constituye un documento de primera magnitud tanto para conocer el ambiente, los tipos y las costumbres de la época como para pulsar el dramatismo de la expulsión.De los siete lienzos conservados, uno pertenece a un coleccionista particular y los otros forman parte de la colección de la Fundación Bancaja.

Dec 6, 2008

Un colloque: Les Morisques et la Tunisie : expulsion, arrivée, impact et héritage

Un colloque scientifique vient d’être organisé du 13 au 15 novembre à Beït El Hikma par l’Ambassade d’Espagne en Tunisie, l’Agence Espagnole de Coopération, l’Université de la Manouba et l’Institut Cervantès. Intitulé
«Les Morisques et la Tunisie : expulsion, arrivée, impact et héritage»,

le colloque a vu la présence d’éminentes personnalités et de spécialistes en études morisques en provenance d’Espagne, de France et de Tunisie.
Il a été inauguré par le ministre de la Culture, M. Abderraouf El Basti, qui a affirmé que malgré les conditions tragiques dans lesquels les Morisques ont été expulsés, ils ont trouvé en Tunisie une terre d’accueil qui est devenue pour eux une nouvelle patrie. Ils lui ont été d’un grand apport sur le plan de l’urbanisme, l’architecture, l’agriculture, l’artisanat, l’industrie et dans d‘autres domaines.
L’Ambassadeur d’Espagne à Tunis, M. Martinez Salazar, a insisté sur l’appauvrissement culturel de l’Espagne suite au départ des Morisques au XVIIème siècle. L’empreinte arabe est restée forte dans la péninsule ibérique, ainsi que l’intérêt pour connaître mieux cette époque historique. L’Ambassadeur a annoncé des projets importants pour la réhabilitation des monuments fondés par les Morisques dans notre pays et un programme pour mieux faire connaître les travaux sur leur expulsion et leur accueil en Tunisie.
De ses travaux et d’autres nous a parlé M. Bernard Vincent (EHESS Paris), qui a tenu à rappeler que cette année nous fêtons aussi le cinquantenaire du début des études scientifiques sur les Morisques. Trois ouvrages fondamentaux ont inauguré cet intérêt scientifique ; ils ont été écrits entre 1957 et 1959 et ont ouvert le champ à d’autres chercheurs, non seulement en Espagne mais dans d’autres pays. Et c’est là qu’a débuté un élan international de recherche dans ce domaine. On recense aujourd’hui environ 2.000 titres sur la question morisque. Et le champ reste encore à explorer car plusieurs aspects n’ont pas été encore élucidés.
En Tunisie, on retient des noms comme Mikel De Epalza, Ramon Petit, Slimane Mustapha Zbiss et Abdelhakim Gafsi qui se sont beaucoup intéressés aux études morisques et ont apporté un éclairage important sur la présence des expulsés en terre tunisienne.




Les conditions de l’expulsion
M. Rafael Benitez (Université de Valence) a choisi d’évoquer un des premiers ouvrages sur la question des Morisques, à savoir «Géographie de l’Espagne morisque» de Henri Lapeyre. Ce dernier a fixé le nombre des Morisques expulsés à 300.000, à une époque (1959, date de la publication du livre) où il y avait beaucoup de confusion concernant ce nombre. La majorité provenait des royaumes d’Aragon, de Catalogne et de région de Valence. Le reste venait de la Castille où il y avait essentiellement des Morisques d’origine grenadine, amenés dans cette région après la révolution d’Alpujarras (1568-1570). En 1609, quand Philippe III a décidé leur expulsion massive, commença l’acheminement des Morisques vers les ports espagnols en direction d’Afrique du Nord, de France et d’Italie. Les documents administratifs qui datent de cette période mentionnent 150.000 embarquements dans des bateaux de marchandises. Si certains Morisques ont été maltraités et dépouillés de tous leurs biens, d’autres, en l’occurrence ceux en provenance de Castille, ont eu la possibilité de vendre leurs domaines librement et de préserver une partie de leur argent après avoir payé les impôts aux Espagnols. Les documents de l’époque ne nous renseignent pas avec beaucoup de précision sur les destinations d’arrivée, car les expulsés faisaient des détours par la France et l’Italie pour arriver en Algérie ou en Tunisie. Certains ont même tenté de manière illégale de retourner en Espagne après l’expulsion et sont même parvenus à y rester. Pour cela, M. Benitez a suggéré une collaboration plus forte entre les chercheurs des deux rives de la Méditerranée pour mieux connaître cette période.




Les motifs de la décision de Philippe III
M. Miguel Angel de Bunes (Centre supérieur des investigations scientifiques) a voulu, quant à lui, se pencher sur les raisons de l’expulsion en décrivant la situation en Méditerranée aux XVIème et XVIIème siècle. Deux grandes forces rivalisaient autour du contrôle de la région : les Espagnols et les Ottomans. La course battait son plein. L’Afrique du Nord, en l’occurrence l’Algérie, était une place-forte que les deux rivaux cherchaient à conquérir. Les Espagnols avaient peur que les Morisques servent de relais aux Ottomans pour attaquer leurs côtes, d’où l’éloignement de ces populations vers l’intérieur de la péninsule et leur éparpillement. Mais le danger demeurait et il fallait en finir avec eux une fois pour toutes.
M. Juan. E. Gelabert (Université de Cantabria) a évoqué pour sa part une autre raison, celle de la nécessité pour Philippe III de sauver sa réputation, ternie après la défaite de l’Espagne devant les Hollandais, les Anglais et les Français au XVIème siècle et la conclusion d’une trêve de douze ans. Philippe III voulait apaiser les critiques envers sa politique extérieure. L’expulsion des Morisques était une bonne occasion pour détourner l’attention de ce sujet. L’arrivée en terre d’accueil de ces expulsés a suscité plusieurs problématiques et différents comportements. Ils n’étaient pas toujours les bienvenus en Afrique du Nord, et étaient souvent dépouillés de leurs biens, livrés à eux-mêmes sur les côtes africaines, algériennes surtout, et attaqués par des voleurs, voire tués.
En outre, le problème de leur assimilation se posait fortement et il fallait gérer ce nombre important d’individus qui arrivaient quotidiennement par bateaux. En Tunisie, les choses se présentaient différemment car Othman Bey, le dirigeant du pays à l’époque, était très favorable à l’arrivée de ces nouveaux éléments susceptibles de repeupler le pays et de le développer grâce à leur culture et leur savoir-faire. Il leur a donc offert des avantages pour s’y installer, à savoir des exonérations fiscales, l’octroi de terres etc.

Accueil favorable en Tunisie
M. Luis Bernabé Pons (Université d’Alicante) s’est intéressé à l’afflux massif des Morisques en Tunisie qui sont venus rejoindre une ancienne communauté déjà installée depuis la chute de Grenade et même avant. Il a souligné le caractère autosuffisant de cette communauté qui s’était bien organisée à travers tout un réseau pour faire circuler ses biens et son argent depuis l’Espagne, en passant par la France afin d’arriver en Afrique du Nord. Une bonne partie des Morisques expulsés était riche et influente. Cela n’a pas laissé indifférent Youssef Bey, fils de Othman Bey qui, deux ans après l’expulsion de 1609, a annulé les mesures d’encouragement pour l’installation des nouveaux venus et leur a imposé des taxes.
La Tunisie est restée malgré tout une terre favorable à l’installation définitive d’un nombre important de Morisques qui y ont fondé des villages (Testour, Grich El Oued, Sloughia, Sliman etc) et ont participé à sa prospérité. D’autres, toutefois, ont préféré retourner en Espagne, malgré les risques. C’est de ceux-là que nous a parlé M. Dadson Trevor (Université de Londre) dans son intervention. Il a montré qu’il y a des Morisques qui ont fortement résisté à l’idée de quitter l’Espagne et que malgré l’expulsion, ils ont toujours cherché à y retourner de façon illégale. Selon lui, il y a ceux qui se sont jetés des bateaux en cours de route pour y retourner. D’autres sont revenus par la France, à pied parfois. Et un bon nombre a réussi à se réinstaller avec l’aide des Chrétiens eux-mêmes et parfois des soldats espagnols qui avaient de la peine pour ces individus arrachés à leur terre natale.
M. Trevor explique cependant, que les recherches n’ont pas encore révélé le nombre exact de ces Morisques revenus ni les lieux de leur implantation. D’où un appel à approfondir les recherches sur la question.
Les interventions de la troisième journée du colloque se sont concentrées surtout sur l’apport des Morisques en Tunisie et leur intégration dans le pays. Une intégration fort réussie qui pourrait servir aujourd’hui d’exemple pour un dialogue interculturel entre les deux rives de la Méditerranée.

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